martes, 30 de marzo de 2021

Cosas del camino

He movido mis 206 huesos en el mundo, durante más de 7 décadas. La rosa de los vientos, me ha llevado desde la Laponia sueca, hasta la austral isla de la Reunión y desde Michigan, hasta Nueva Gales del Sur.

Cinco continentes, cientos de fronteras, todo tipo de accidentes geográficos, como ríos, montañas, desiertos, lagos, cataratas, volcanes y cuevas. Inolvidables contactos con etnias primitivas, grupos religiosos y culturales muy diferentes y especialmente, con seres humanos, de cualquier índole y condición, que a pesar de las diferencias sociales, culturales y económicas, comparten las inquietudes, iniciativas, proyectos, angustias y ansiedades, inherentes al ser humano.

Mares como el Índico, el Ártico, el Mediterráneo, el Pacífico, o el Atlántico; grandes ríos, como el Danubio, el Yangtsé, el Mekong, el Nilo, el Hudson y el Potomac, albergan en sus orillas, asentamientos humanos de gran interés y diverso desarrollo.

En ellos he tenido experiencias hermosas, gratificantes o complicadas y a menudo he soportado riesgos y molestias.

Si en Honduras fue un enorme arácnido sobre la cama; en Guinea Bissau fue un escorpión en la ducha; en Borneo y Nueva Gales del Sur sendas sangrías por sanguijuelas; en Queensland una serpiente taipán; en Etiopía un nido de ratas bajo mi cama; en Mauritania una parasitosis digestiva, una invasión de ratas y una víbora cornuda; en la isla de la Reunión, picaduras de avispas asiáticas y de mosquitos tigre; en Michigan, Bosnia y Noruega, insoportables nubes de mosquitos... 

Comidas no occidentales, como serpientes, insectos, arácnidos, roedores.. faltas de higiene,.., inseguridad de tráfico rodado, ciudadana o policial..., ausencia de mínimas condiciones de atención sanitaria,...

Si bien los inconvenientes no han sido desdeñables, las experiencias de todo tipo, han compensado con creces los problemas,... hasta ahora

SIDA, ébola, paludismo, compañías aéreas inseguras, barcos sobrecargados, terrorismo, corrupción, conflictos armados, desastres naturales..., exigen mucha cautela para organizar un viaje de aventura con un mínimo de seguridad personal.

Recientemente, los confinamientos por la pandemia del covid, ha cercenado muchas opciones de viaje, salvo a los ventureros más arrojados.

Francisco, uno de mis compañeros de viaje, capaz de nadar entre tiburones, subir a la boca de un volcán en erupción o escalar a pies desnudos un cortado de montaña, no se arredró ante la pandemia. Paseó sin problemas por Mongolia y Paquistán y viajó a las islas Bigajós, en Guinea Bissau, donde le esperaba el Covid. Fue una dura prueba, que superó sin cobertura sanitaria. Una lección de vida que mi amigo aprendió tras haber visitado un centenar de países.

Viajar sí, pero midiendo el riesgo y pensando no sólo en ti, sino también en los seres queridos que esperan para abrazarte a tu vuelta. 

       

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