lunes, 29 de noviembre de 2021

Lobos humanos

Mar abierto y horizonte nítido, como pintado con tiralíneas. Ningún barco surcando la mar; cielo sin nubes, solo dibujado por la estela de un avión; sin aves jugando en el viento. La mar se mueve de sur a norte y el sol se mira en un espejo de aguas verdes, que dora con sus reflejos.

Bajo la apariencia de calma, el piélago bulle por la ley de la supervivencia; de comer o ser comido, en aguas abiertas o en fondos de arena y roca, donde predadores y víctimas, danzan la música de la vida y la muerte.

No hay piedad ni sentimientos; sólo la ley del más fuerte, del más precavido o del más adaptado al medio. Sin embargo, es un mundo hermoso y subyugante, que enamora, envuelve y atrapa nuestra alma romántica, aventurera y libertaria.

Navego por mis sueños, en un velero llamado "Imaginación"; vivo la mar y sus paisajes; pero como Alberti, soy un "marinero en tierra". Me gusta la mar y necesito vivirla, pero soy de suelo firme, más de tigre que de tiburón; más de montañas que de simas; más de melancólicos otoños, que de cocoteros en blancas arenas de coral.

Las inmensas aguas que dominan la Tierra, te hacen pequeño y te ofrecen la soledad del navegante. Pisando suelo, marchas sobre un mundo escrito por seres humanos movidos por los más nobles sentimientos o las más grandes miserias. 

Rige también entre nosotros, la ley de la supervivencia, solo que no es siempre de comer o ser comidos, sino de explotar o ser explotados, donde el alimento, es la energía del trabajo. Un mundo que tiene sus lobos y ovejas humanas; donde los predadores pastorean la masa amorfa de quienes carecen de formación y criterio, para ser conducidos como "corderos en silencio", hasta los rediles sin libertad.

Soy un verso libre, un viejo formado y con experiencia, con muchas cicatrices del camino. "Pienso, luego incomodo"; "analizo, luego rechazo". No soy de un equipo deportivo, ni de un partido político; solo me pertenezco a mí mismo y evito en lo posible, los embudos que ponen en el camino para conducirnos a un aprisco, o a los que quieren "capturar" nuestro alma y voluntad. No soy un pasivo punto en la base de la pirámide, para sostener los privilegiados que viven de los demás, en su vértice de lujo y poder.

No me atrapan las dictaduras de las modas, los mensajes publicitarios, los eslóganes políticos y tantos cantos de sirena, que adocenan y alienan al ser humano.

Sé que han introducido un caballo de Troya que amenaza nuestra nación; veo con preocupación las banderas que enturbian nuestra convivencia; oigo el murmullo de las termitas políticas, minando las vigas maestras de nuestra Constitución y observo con inquietud, los peligros externos que amenazan los pilares de nuestra civilización, forjados por nuestros antepasados, con sacrificio, valor, honor, orgullo y entrega.

Vista al mar; música suave y un té en la manos,... es un momento feliz, pero siento inquietud ante los lobos humanos que amenazan nuestra convivencia y esperan su momento de aquelarre. 

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