sábado, 20 de noviembre de 2021

Tiempos vividos

Córdoba, mañana del 14 de octubre; plaza de la Corredera. Lugar antaño frecuentado por ancianos arrugados por la edad y la mala vida; puestos de artesanía de mimbre y barro; de melones y sandías en  tiempos de calor y de pavos vivos, en los fríos días de Navidad.

Bares y restaurantes, servían desayunos a turistas y lugareños. Los unos, respirando los típicos tópicos; los otros, exhalando "senequiana" sabiduría, llena de historia, embelesada en tiempos lentos, como las aguas que fluyen sin prisa por las orillas, ajenas al caudal central del río.

Las apariencias eran distintas, pero bajo los signos de modernidad, creía intuir la pátina que aún recubre la mente cordobesa.

Acudí pausadamente a la antigua Facultad de Veterinaria, hoy sede del Rectorado de la Universidad y al recorrer las calles, reviví los calendarios de mi juventud.

Reconocí los viejos edificios; aquellos que decoraba con mi fugaz sombra al pasar, mientras movía las inquietudes y los sueños, de mi proyecto de vida.

Uno de ellos no me dejó indiferente. Se trataba de la antigua sede del Colegio Mayor Lucio Anneo Séneca, lugar de mi residencia durante la carrera.

Aún olían los tardíos jazmines, cuando toqué unas lantanas, rememorando sureños aromas del pasado.

Estaba de nuevo pues, ante la sultana Córdoba de los patios cordobeses, la Judería, la Mezquita, el Puente Romano, el Cristo de los Faroles, las Tendillas, la plaza del Potro, el Alcázar..., puro arte que enorgullece a sus habitantes.

Respiraba el paisaje urbano que había abandonado medio siglo antes. Entonces, ansiaba aires de libertad, en una Francia aún convulsa por las revueltas de mayo del 68.

Ya en el Paris del 1971/72, viví un ambiente cosmopolita y revolucionario, asistiendo por curiosidad a mítines comunistas de maoístas y leninistas, deambulando por el Barrio Latino o compartiendo mesa en comedores universitarios, con estudiantes de numerosas nacionalidades.

También asistí,  no sin riesgo, a la proyección del film "La batalla de Argel". Aún estaban calientes los resentimientos entre franceses y argelinos, tras la pérdida de la colonia. Elementos descontrolados de ambos grupos, acudían al cine, con cadenas y armas blancas.

Tuve ocasión igualmente, de pulsar las aspiraciones de exiliados independentistas vascos y catalanes, así como el rencor de una víctima republicana de nuestra Guerra Civil. Éste tras enrolarse en la Resistencia francesa y combatir con la Legión Francesa en Indochina y Argelia y como mercenario en Angola, era un desecho de guerra, pues sólo sabía matar y deseaba ajustar algunas cuentas en nuestro país.

Estas vivencias personales y las ya descritas en otro artículo titulado, "Las sombras del poder", habrían de fijar mi posicionamiento político en el futuro, que no era otro que la defensa de la convivencia española, en un  sistema democrático de libre economía de mercado, un modelo territorial que superara los viejos problemas de antaño y una verdadera separación de poderes del Estado.

Después vendría experiencias profesionales muy diversas, tanto en la empresa privada, como en las administraciones públicas, nacionales o internacionales, técnicas o técnico-políticas.

Habían pasado -casi sin darme cuenta- cinco décadas desde que acabara la carrera y ahora, volvía a un reencuentro con los supervivientes de mi promoción veterinaria.

Quería abrazar a mis compañeros y comprobar la evolución personal de cada uno de ellos. Ya jubilados, habían sido funcionarios civiles autonómicos, nacionales, supranacionales o incluso, militares, catedráticos, empresarios y empleados de empresas privadas. 

Cáncer y corazón, se habían llevado a algunos de los nuestros y los recordamos con tristeza y cariño. 

Para asistir a este evento, había venido desde Islandia, acortando mi inicial proyecto de prolongar mi aventura hasta Groenlandia.  Venía cansado e incluso dolorido por un accidente de montaña, "pero venía", por eso, sentí tristeza, por la ausencia de compañeros que habían sido una parte importante de mi vida académica. Sin embargo, pude abrazar con alegría, a D. Amador Jover Moyano, último superviviente del elenco de catedráticos que nos habían forjado como profesionales, a los que recordé en silencio, con cariño, admiración, agradecimiento y respeto.

Oí intervenciones de los que habían desempeñado exclusivamente la docencia universitaria, llamándome la atención expresiones, como la "defensa de la profesión", echando en falta, aportaciones de quienes habían descollado en la empresa privada, abriendo nuevos campos a la profesión.  

Fuera de nuestra Facultad, ya convertida en Rectorado, confraternizamos en el espléndido Círculo de la Amistad, lugar de encuentro de la burguesía cordobesa. Allí fijamos una nueva cita  a 10 años vista; la de los 60 años de licenciatura. Los afortunados que consigan "envejecer con éxito" y alcancen la colina de la supervivencia, podrán abrazarse de nuevo. 

No importarán calvicies, obesidades, bastones, prótesis de caderas, diabetes, marcapasos,...lo importante será llegar, abrazarse, recordar a los que se fueron y dejar en "nuestra Facultad" el último destello, de una promoción veterinaria, que brilló por méritos propios en numerosos ámbitos de la sociedad.                                                  

                                                                                                                                                    Promoción Veterinaria 1965/66 a 1971            Amador Jover Moyano, Catedrático de Anatomía Patológica y Ex Rector de la Universidad de                                                              Córdoba, nuestro "Maestro y amigo" 

                                                                                                   Francisco Castejón Montijano y  Miguel del Valle González,                                                                 ante el monumento del insigne Catedrático, Decano de la Facultad                                                             de Veterinaria y arabista, D. Rafael Castejón y Martínez de Arizala



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