lunes, 3 de agosto de 2015

Australia

Nuevamente, el gusanillo de ver el mundo. Mi aspiración se cierne sobre nuestras antípodas.



Un gran viaje, no se puede improvisar. Requiere estudio, contactos, planificación y seguridad.

Son más de 24 horas de vuelo internacional, a las que es preciso añadir algún vuelo interno y largos desplazamientos terrestres para llegar a cada destino.

Porque Australia es un país, pero también un continente. Cualquier destino es una larga expedición.


Realizo prospecciones en áreas definidas, para no dispersarme y centro mi atención fundamentalmente, en Queensland.

Mi idea es combinar la costa con el Outback, es decir, el duro, cálido, reseco y salvaje interior de Australia.

Las actividades como helper, no están aún definidas. Depende de las familias que decidan acogerme y de su sistema de vida.

Ya me ha aceptado una familia australiana. Se encuentra en primera línea de mar del arrecife coralífero. El trabajo consistirá en hablarles en español, pues desean perfeccionar nuestra lengua y conocer nuestra cultura. 

Hay otras posibilidades:

Trabajar en una explotación familiar, con cerca de un millar de loros en producción. Es una alternativa tan exótica, como simpática y ruidosa, a  meditar.

Inmersión total en familia, para meterse de verdad en el corazón aussi. La actividad sería variable atendiendo a las características de las familias ya preseleccionadas. Lo más probable, una especie de tutti fruti laboral, incluyendo jardinería, cuidado de los animales domésticos, alguna chapuza casera y como no, cocinar delicias españolas, como ensaladas, gazpacho, tortilla de patatas, sangría y paella.

Pero debo cuidado. Hace poco, preguntaron a un cocinero español, gran conocedor de la gastronomía internacional, cuál era el plato más raro que había comido en su vida  y cuando el periodista esperaba alguna curiosidad, respondió, que "una paella bien hecha"

Nunca se sabe, pero es en este tipo de acogida, donde se puede disfrutar más de la vida australiana, pues a la variabilidad de las actividades, se une la posibilidad de una mayor convivencia personal.

Familias ligadas a la cría de caballos de carreras, juego de polo, rodeo, etc. Un tema muy atractivo, pero un peligro, si por un azar, es preciso montar un caballo nervioso, pues a ciertos años, falta la necesaria agilidad para "un aterrizaje forzoso". 

Y luego, el gran reto: el profundo Outback, el interior de la Australia profunda.

Hay posibilidades de trabajar en grandes explotaciones ganaderas, normalmente, ligadas a ganado ovino merino o a ganado bovino brahman.

Se trata de grandes propiedades, a veces, de 250,000 hectáreas, donde disponen de helicópteros o avionetas. Se localiza el ganado sobrevolando la zona y luego, se reagrupa con motos o a caballo.

Pero me encuentro a veces con informaciones disuasorias:

"Estamos a 125 km  de la tienda más cercana"
"Las serpientes, arañas y varios animales extraños, serán una parte de su vida cotidiana"
"Como veterinario deberá curar las mordeduras de serpientes"
"Antes de bañarse en un río o un lago, debe informarse si hay cocodrilos"

Una de las ofertas, ya bastante al norte de Quensland, previene a los posibles interesados, que deben conocer bien el terreno, antes de adentrase en su interior. Avisa de la existencia de zonas pantanosas, plagadas de cocodrilos. Tal vez, habiten allí los primos del famoso Cocodrilo Dundee.

Resultado de imagen de cocodrilo dundee

En muchas de las ofertas de acogida, informan de la abundancia de insectos, arañas, serpientes, varanos y toda una panoplia de fauna disuasoria, por lo que allí pueden ir dos tipos de helpers: los que conocen a lo que se enfrentan y saben moverse en ese medio, o los incautos que  les basta vestirse de "Coronel Tapioca".

En un elevado porcentaje de las ofertas, citan la posibilidad de ver canguros, wallabis, equidnas, koalas, ornitorrincos, kookaburras, loros, .. y todo un amplio catálogo de fauna salvaje.

Ya en la costa, se citan  delfines, ballenas, tortugas de mar, los arrecifes de coral, la posibilidad de hacer surf,... y sin embargo, no suelen mencionar el gran blanco, el mayor tiburón conocida, de seis metros y dos toneladas.

Me falta inglés y me sobran años y kilos. Pero no me faltan ganas, tiempo y corazón. 

Acordaré las acogidas, completaré las rutas y adquiriré un billete y un buen seguro sanitario, de accidentes y de repatriación.

Y con una mochila al hombro, marcharé al sueño de una noche de verano.

La vida se vive solo una vez y durará, hasta que dure.





 








 




































































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