sábado, 5 de septiembre de 2015

Una dulce mañana

Desde que me he jubilado, veo la noche y duermo el amanecer. Qué le voy a hacer. Me gusta el nuevo día, pero soy más búho que gallo.

La cuestión es dormir 8 horas, a pierna suelta, con la mente en blanco. Si te acuestas tarde, te levantas tarde y si un día te equivocas y te acuestas temprano, te levantas con el gallo

La cosa se complica, cuando la contraparte que comparte los bienes gananciales y gastanciales, hipoteca incluida, tiene gustos horarios cambiados.

Debes entrar como un indio para no despertarla, lo que es técnicamente imposible. 

Ya por la mañana, los pájaros cantan, las nubes se levantan, se abren las ventanas al oxígeno del nuevo día y los mosquitos, aprovechan para desayunar con mi hemoglobina.

Dura vida la mía; huérfano y jubilado, que sin 8 horas reglamentarias de sábanas, debo superar las ansias de una abuela que ve en la madrugada la poesía de la vida.

Uno, con casi 14 trienios de casado, (expresión reminiscencia de mi pasado funcionarial), ya tiene el alma sin esquinas. 

Después de bajar desde la montaña a la desembocadura, por el río de la vida, mi alma es un canto rodado, pues se ha limado con los golpes del camino.

Pero hoy en casa, estaba mi nieta. Al aire y a la luz del día, desperté del letargo con un frío en los labios. 

Me los estaba pintando con unas de sus armas de mujercita de casi 4 años. No contenta con ello, me aplicaba desodorante por doquier y me estiraba de los brazos, para levantarme de la piltra.

Eran las 9:30 de la madrugada. Resignado, salí con ella al jardín.

Le puse unas viejas botas mías, que casi le llegaban a las axilas. Luego, recorrimos el paseo del goloso, apartando telarañas con la cara, esquivando alguna abeja y recogiendo frambuesas.

Ya con el botín en casa, las transformamos en un delicioso desayuno.

La nieta, en su afán de imitación, usó mi crema de dientes, se dio mi jabón de afeitar y en compensación, intentó echarme su femenina colonia.

Soñoliento yo y aseados ambos, nos fuimos a la piscina.

El primer abuelo que no haya pasado por algo similar, que lo diga.












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