martes, 25 de abril de 2017

Alminares y campanarios

Tras un "llora como mujer lo que no supiste defender como hombre", se inició un nuevo periodo de la historia de España.

La unidad, el descubrimiento de América, el sentimiento patrio y el Imperio.

Construimos seos en las antiguas mezquitas, elevadas sobre arruinados templos cristianos, por los árabes. Pusimos campanarios en las torres que otrora llamaban los musulmanes a la oración y renació el cristianismo.

El arte gótico se elevó a los cielos, como expresión sublime de la fe en nuestro Dios, las iglesias católicas se colmaron de barroco, cristos, vírgenes y santos.

Los pueblos de España llenaron los corazones de fiestas cristianas, peregrinaciones a las recónditas ermitas y celebraciones donde hervía el sentimiento y la devoción.

Las campanas llamaban al culto y nuestros muertos, reposaban bajo la cruz en los cementerios junto a nuestras iglesias.

Nuestros nombres cristianos, nuestras tradiciones católicas, nuestras misas, novenas, procesiones y romerías, se enraizában en nuestras almas y en nuestra historia.

Pero 8 siglos de predominancia musulmana no se borraron fácilmente, ni definitivamente. Allende el estrecho, a nuestra España cristiana la llaman Al Andalus y quieren reconquistarla nuevamente.

Jomeini y Gadafi primero  y más recientemente, los mensajeros del dolor y la muerte, clamaron o claman a la guerra santa para recuperar nuestra tierra.

"Conquistaremos Europa con los úteros de nuestras mujeres", dijo el asesino de Libia y poco a poco, parto a parto y patera a patera, llenan de Islam nuestra geografía.

Barrios enteros y poblaciones cada vez más numerosas, se erigen en una nueva España con ánimos de conquista.

Es una lucha larga, casi silenciosa, en la que el Islam se extiende como manchas de aceite que acaban por fundirse, tiñendo inexorablemente nuestra tierra de otra forma de vida.

Primero entran, luego forman sus guetos, reclaman cambios en nuestras costumbres para adaptar nuestra idiosincrasia a la suya, que no al revés y a medida que se sienten más fuertes, exigirán con mayor vehemencia el retorno al futuro..

En 2 o 3 décadas, serán mayoría y se harán con el poder político, social y fáctico. Ya cuentan con asociaciones y partidos políticos locales. Su patria, a pesar de ser españoles de pleno derecho es, en muchos casos, la del Islam y obedecen a jefes religiosos y políticos exteriores.

La pusilanimidad de nuestra sociedad, la pérdida de nuestros sentimientos patrióticos y de los valores cristianos, junto con nuestro ocaso demográfico, entregarán a los musulmanes las llaves de nuestra tierra.

Derribarán nuestros campanarios, eliminarán las cruces de nuestros cementerios, desaparecerán nuestras manifestaciones religiosas, como las Navidades, el Corpus Christi, el Rocío y la Semana Santa.

Borrarán del mapa gastronómico los productos del cerdo, arrancarán nuestras vides, arrasarán nuestras bodegas y también nuestras feministas más radicales, taparán su cuerpo con velos de sometimiento.

Nuestros políticos extremistas, quieren desdibujar nuestros sentimientos cristianos y favorecen otras religiones.

Nuestros políticos nacionalistas, intentan destruir España debilitando y dividiendo una de las naciones más importantes de la civilización occidental.

Mientras, la mancha de aceite sigue extendiéndose por nuestra piel de toro. Probablemente, en un futuro cercano, nos devolverán aquella lapidaria frase: "Llora como mujer, lo que no supiste defender como hombre"














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