sábado, 22 de abril de 2017

Colección de arena

Música zen; cielo azul; cantos de ranas y jilgueros; flores muertas; frutos nacidos y jardín hermoso.

Mientras espero sereno la vuelta de un hijo, montañero en solitario, trabajo con muestras de lava y arenas de mi colección. Son de todos los países del mundo.

Los colores y las texturas, son muy diversas, dependiendo de su origen geológico, mostrando la enorme diversidad del mundo.

Las hay de carácter histórico, como los enclaves de la antigua trata de esclavos, el motín del Bounty, las playas del desembarco de Normandía, los lugares visitados por Marco Polo, etc.

También son curiosas las procedentes de todos los desiertos del mundo: el Sahara, el Gobi, el Kalahari, ..., sus finos granos demuestran los persistentes vientos perdidos en la negritud del pasado.

Islas ignotas de faunas peligrosas, archipiélagos perdidos en las inmensidades oceánicas, playas besadas por aguas de tiburón blanco o de ballenas, dominios sólo accesibles a los militares  o costas de la Antártida.

Arenas de lagos famosos o de ríos míticos del mundo, como el Missisipi, el Amazonas, el Yantsé, o el Danubio.

Lugares estratégicos, como los estrechos de Gibraltar o de Bering, por ejemplo. Territorios de sangre, como los campos de refugiados, actuales escenarios de guerra,....

Volcanes como el Vesubio, Pitón de la Fournaise, Fuji,...

Muchas de las muestras, han sido conseguidas personalmente, por familiares y amigos o bien, han sido proporcionadas mediante intercambio con otros arenófilos del mundo. Somos casi una gran familia, con nuestro código ético, nuestras publicaciones científicas y nuestra inmensa afición compartida.

Geólogos, biólogos, geógrafos, historiadores, viajeros, somos casi tan diversos como la propia arena que coleccionamos.
Los seres humanos coleccionamos objetos muy diversos: chapas de botellas, vitolas de puros, lapices, cromos, sellos, monedas, muñecas, juguetes, pinturas, dedales, coches antiguos, teteras, fósiles, minerales, insectos,... Hay gente para todo.

Coleccionar proporciona distracción, te culturiza y también te esclaviza. Al final de una vida, algunas colecciones constituyen una gran aportación a la sociedad y se conservan, pero otras, mueren con el personaje que las atesoró a lo largo de su vida.

Mi colección es una distracción, una curiosidad y un afán de viajar por el mundo. A veces, lo hago con pasaporte, botas y mochila y otras, con un mapamundi y unas arenas de lugares de ensueño que difícilmente visitaré.

En este caso, es la imaginación, el estudio de los lugares y la observación de una arena que se muestra hermosa en mi mano.

Algo tiene de sentido de posesión, pero en mi caso, las arenas y las lavas, no son sino una especie de médium que me conecta con lejanos lugares donde silba el viento, vuela la espuma del mar, bulle la micro y la macro fauna, suenan los ecos de la historia, arde el paisaje de lava o se yergue soberbia la cima de una montaña.

Mis pequeños tesoros, son para mí más preciados que las bandejas de plata y las sedas de quienes hacen de su torre de marfil una demostración de éxito social. Mis muestras son la vida viajada y los amigos distribuidos a lo largo y ancho del planeta, de distinta raza, religión, idioma o nacionalidad.

Cada muestra de interés que recibo, o que facilito, es un  momento de felicidad compartida.




    

1 comentario:

  1. Que gracia,yo también colecciono arenas, placas y botellitas de hoteles que hoy dicen que es robar, en fin robamos vidas y nos vamos a preocupar de tonterias. Lo que es vetdad es que incluso mis hijos no entienden que me guste coleccionar "tonterias.

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