sábado, 6 de febrero de 2016

Argelia 1. Suspiros y bostezos

Párpados de plomo. Nudo en el estómago, sin mariposas, sólo un croissant de emergencia. Pantalones y camisa de pana azul. Bufanda negra al cuello. Zapatos rústicos, para todos los suelos.

Suspiros y bostezos;desazón y sueño. Momento extraño, para un jubilado libre de tiempos reglados.

Madrugada de viernes. Dos maletas con ropa diversa, de larga estancia. Un gris gris touareg en el pecho. Responsabilidad grande. Miedo escénico; inquietud personal. Arrojo de hombre; inconsciencia tal vez. Vuelvo al África de la Media Luna, minaretes y rezos del muecín.

Noche de frío rocío. Las farolas tenues marcan camino de avión. La Luna decreciente, pincha el cielo con sus finas astas.

Bajo la luna con la mente sobre una tela verdiblanca y añado en su curva una estrella, roja como ella. Tengo la bandera de destino: Argelia

De nuevo como Jonás, en vientre de ballena de acero, que vuela el Mar entre tierras, versus Mediterráneo. Aguas que surcaron fenicios y cantaron los poetas. Aguas que se tiñeron de sangre de muchas guerras. Aguas que tragan las vidas de inmigrantes, fugitivos de miseria y barbarie.

Tierra grande, de dunas, camellos, oasis, tuaregs y rutas imposibles. Territorio sobrecogedor,  de vida y muerte, bajo sol abrasador, que mata secando.

Tierra convulsa que busca paz, orden y progreso. Tierra que fue en parte española de imperio perdido. Posesiones francesas, que dejaron de serlo con pólvora, daga y sangre.

Controles de llegada, con tintes de pasado comunista y defensa de seguridad ciudadana, ante la sinrazón del terror fanático.

Palmeras y adelfas; mar al norte, chilabas en tierra y velos en mujeres; circulación colmada, controles policiales, amabilidad, ruidos del sur, sol alegre, "vida viva" y día de oración. Estoy en Argel.

Recuerdos de cuatro décadas atrás, cuando viajaba por las arenas de sus dunas, con horizontes grandiosos e inmensa negritud estrellada.

Tiempos té a la menta, de horas sin reloj, de encanto de oasis, de jaima de lana de camellos, de balidos de ovejas, de canciones emergiendo de la tradición, ...tiempos pasados, evocados a mi vuelta, con el cansancio y la sabiduría de mi historia.

De nuevo África. Otra vez en Argelia, por más de una luna.

Corazón latiendo en solitario e hijas del desierto, que me dedicaron sonrisa  amiga y recordaron mi juventud perdida.

Hijo que coronó la cima del Kilimanjaro, anestesiando mi inquietud paterna; que mostró la poesía de su vida, cuyas vivencias dan para un libro. Pronto escribiré "Amor en el Kilimanjaro" .

Es sábado, el domingo musulmán. El sol baña Argel esta mañana y salgo a nadar por su luz en sus calles.

Es 6 de febrero y comienzo de nuevo  una larga aventura.  Me entregaré al placer de escribir, para que disfrutes de su lectura






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