sábado, 4 de febrero de 2017

La agenda amarilla

Son muchos los libros, libretos, agendas y cuadernos que han movido, determinado u ordenado el mundo.

Pensadores, literatos, músicos, religiosos, políticos, ...han escrito en ellos grandes pensamientos, plasmado maravillosas creaciones, planificado conspiraciones, escrito diarios sentimentales y premeditado las más viles tropelías.

Son simplemente trozos de madera transformados en celulosa de lisa presencia y variada textura y color, en los que posteriormente, el ser humano ha dejado su huella no siempre afortunada.

Los Santos Evangelios, de los Apóstoles, las Encíclicas, Mi lucha, de Adolf Hitler; el Capital, de Carlos Marx; las Rimas, de Gustavo Adolfo Bécquer; los libretos donde compusieron sus obras Mozart, Ludwing van Beethoven, o Johannes Brahms, el Diario de Ana Frank ... Nuestras bibliotecas y museos, están llenos de joyas del pasado y de la creatividad humana.

Pero no soy yo el más indicado para citar las obras que han determinado la Historia, movido las pasiones, enardecido las almas, desencadenado guerras, derramado sangre o descubierto nuevas fronteras.

Durante mi niñez, usaba cuadernos de colorear imágenes; en lmijuventud, tuve en mis manos el prohibido Libro Rojo de Mao Tse Tung y durante mi vida profesional, trabajé con varios "Libros blancos", en los cuáles, algunos sesudos técnicos y burócratas nacionales o europeos, ponían en común, la situación de un determinado sector.

En la política, se hizo famoso el "cuaderno azul" de José María Aznar, sueño de cualquier comentarista político de la época, pues en él tenía notas sobre los "futuribles" ministros, en cada remodelación de gobierno.

Yo también he tenido mi propia agenda, con la insignificancia de mi presencia en el mundo, pero desde la grandeza de ser un un hombre lleno de vida y pasión.

Tengo una "agenda amarilla", no porque sea su color original fuera así, sino porque el tiempo la ha oxidado con el aire. En realidad, ni siquiera es ya una agenda, sino unas cuántas páginas, rotas, desgastadas y desvencijadas que han tornado al amarillo del tiempo.

Una vasija rota y recompuesta tiene mucho más valor que otra que se encuentra en perfecto estado.

Un bastón  desgastado por el camino de la vida, tiene mucho más valor que un bastón nuevo sin historia y una vieja camisa, es más valiosa que una por estrenar, porque ha abrigado el cuerpo, sentido abrazos, vivido pasiones y oído los latidos de tu corazón.

Por nada en el mundo, cambiaría mis tazas de té, de porcelana, cuyos interiores, ya no son blancos, sino pardo amarillentos, por el té. Son miles los que en ellos he bebido; más de mil cada año, de distintos aromas y sabores, pero con el mismo rito, el mismo calor que templa mis manos en el invierno y con la misma teína que estimula mi cuerpo.

Cada té bebido en ellos, es la historia de un sueño, un sentimiento o una preocupación. Con mis tazas, realizo diariamente el rito del té y forman parte de mi pequeña felicidad.

El amarillo de mis tazas y el de mi desvencijada agenda, es mi propia esencia personal. Si el té me reconforta, la agencia contiene los contactos y la historia de mis sentimientos compartidos durante varias décadas.

Sus hojas contienen nombres de amigos de infancia, juventud y senectud; algunas referencias de profesionales y de muchos familiares.

Con frecuencia, direcciones y teléfonos están sobreescritas, por cambios de domicilio o de número y en algunos casos, contienen números de fax, que han caído en desuso y en olvido.

No faltan conocimientos y amistades perdidas, por el paso de los años o por el alejamiento geográfico.
Lamentablemente hay numerosas pérdidas, demasiadas y dolorosas. Son muchos los familiares y amigos, que el reloj los arrancó de la vida y a veces, cuando esta parecía prometer un camino hermoso.

Cánceres, corazones rotos, sangre de carretera,... se han llevado muchas vidas y arrancado jirones de sentimientos, dejándome tan sólo, buenos recuerdos y el agradecimiento por el tiempo compartido.

Hay también en sus páginas, historias de traición, de gente del camino y de otros demasiado cercanos que me robaron momentos. Sus nombres están en la agenda, para no olvidarles, porque no quiero que la memoria selectiva, que te ayuda a ser más feliz, los borre para siempre.

Antes al contrario, deben permanecer "negro sobre amarillo" en mi vieja agenda, como testigos de mi historia y como aviso para no tropezar en piedras similares.

No son páginas de rencor ni de olvido, sólo una referencia de mi historia personal y tal vez, de un mutuo perdón al final del camino, cuando uno necesita un buen médico, un médico bueno, un día para pedir perdón y otro para decir a los seres queridos, que los has querido siempre.

Nombres a lápiz, a bolígrafo, a tinta de pluma y rotulador; en azul, en verde e incluso en rojo; letras plácidamente escritas o tal vez impulsivas, rasgando el papel, según mi estado de ánimo; ....., muchos nombres y muchos sentimientos perdidos, mi agenda amarilla, mi vida.






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