martes, 3 de marzo de 2020

El vuelo de la mosca

Un niño; bolsa de canicas; peonza en el bolsillo; tirachinas en la mano; pantalones cortos; cicatrices en las rodillas; mirada viva; sonrisa fácil; búsqueda de gorriones; dientes apretados; disparo fallido; vida para el pájaro; el verano se acaba; el babi está cerca.

Internado; niños en manada; tristeza sin padres; matemáticas, religión, ejercicios espirituales; dura disciplina; comida justa; desconexión del exterior; tristeza, mundo en blanco y negro.

Evasión mental, lágrimas de añoranza, de vacaciones con familia, de besos, abrazos y libertad; de sonrisas y caricias; de caza de ranas; libélulas y grillos; de sopa de cocido; de cabeza en regazo materno y mesado de cabellos; de simplemente amor.

Confesión voluntaria, pero obligatoria; cálculo matemático de memoria; con castigo corporal en los errores; niño inquieto que se evade en clase. Lengua española; una mosca volando; una mente que se abstrae; leísmo, laísmo, complemento indirecto, sujeto, verbo y predicado; un rollo; porque es un cachorro que necesita a sus padres.

Un adulto; obligaciones laborales; desvelos de padre; niños que juegan a ser niños, en hogar, sin internado; riñas, cuidados, sonrisas, ya no hay tirachinas, ni se tiran balines. Es tiempo de  juegos electrónicos, de niños juntos, pero aislados.

Un abuelo; memorias de niñez; viejo complaciente; de amor ausente, en un mundo globalizado, de corazones unidos, por skipe, Whats App y vuelos de avión. 

Escritura; una afición; tiempo que sobra; manos en el teclado; una frase dudosa: ¿cómo era lo del laismo y el leísmo? Aquella mosca, cuando yo fui niño, me robó la clase de lengua española, pero no importa; lo que quiero es llegar a la gente y para eso, me basta escribir con el corazón. 

   

 

  

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