lunes, 2 de marzo de 2020

Alma errante

Mis sueños no tienen fin. Afortunadamente, tengo curiosidad por los nuevos paisajes; ilusión para verlos; piernas y corazón para viajar.

Cada camino, requiere su afán y cuando llego a la meta, cansado física y mentalmente, con la ropa y el calzado destrozados, vuelvo al hogar, a mi querencia y a la almohada de mi placentero descanso.

Ya recuperado, arreglo mi jardín, vuelvo a mis platos favoritos y me siento en el "Rincón de la verdad". Allí con mi ordenador abierto, tecleo los recuerdos e impresiones del viaje, que fluyen rápida y apasionadamente.

Amigos y familiares, actualizan lo acontecido durante mi ausencia. Reflexiono sobre ello y pienso en mis nuevos planes de mochila y aventura.

En esas estaba, cuando recibí un disgusto. Fernando, 77 años, un infarto, ha muerto; hijos y viuda; cohorte de amigos y compañeros; abrazos en los encuentros; muecas en los rostros y pesar.

Fue una sorpresa, como la de Jorge; 66 años, infarto segando el jardín; estupor. Juan, falleció hace dos meses; infección hospitalaria tras el implante de un marcapasos. También José Luís, éste por leucemia.

Pienso que ya estoy en primera línea de fuego, sorteando las balas de la muerte, mientras camino hacia la colina de la longevidad. Pienso en las goteras de mi cuerpo, me invade la melancolía y se desvanecen transitoriamente mis proyectos.

Venecia, Florencia, Viena, San Petersburgo, Budapest y otras joyas europeas, me ofrecen arte y belleza, pero aún me atraen los grandes retos, donde prima la aventura, el exotismo y la dificultad.

Son retos, quizás fuera de mi rango físico y en todo caso, con riesgos, por la dureza de los recorridos, la existencia de conflictos y la corrupción de algunos países.

Zapatillas, sofá, televisión, paseos de playa, campo, montaña y amor de los seres queridos o de nuevo la locura y la incertidumbre del camino, como si fuera un hombre errante. Mi mente olvida entonces  las penas, aunque la epidemia del Cobid 19, invita a guardar la mochila.

Tengo cerca de mil muestras de arenas del mundo. De ellas me atraen sus texturas, colores, composiciones minerales, ubicaciones geográficas e hitos históricos que las hace relevantes. Rutas de la esclavitud, playas de desembarco de Normandía, los estrechos más importantes del mundo, la ruta de la seda,... muchas las he tomado directamente sobre el terreno y otras proceden de intercambios con otros apasionados del tema.

Quemo mis pestañas mirando mapas, ubicando el origen de las arenas y soñando igualmente, rutas de viaje. Ya no tengo tiempo vital para largas travesías por el mundo. Debo ser pues muy selectivo con los sueños, midiendo mis fuerzas para realizar  uno o dos objetivos, o incluso, realizar sólo algunas partes de los trayectos. Debo aceptar que la felicidad no está en llegar a la meta, sino en soñar el destino. Al fin y al cabo, "soñar no cuesta dinero"

 Ruta Transafricana
11,465 Km, 22 países

Ruta Panamericana
15,067 Km, 10 países

Norteamérica, de costa a costa 
4,801 Km, 12 Estados
La ruta Transiberiana, de Moscú a Pekín  
10,000 Km, 3 países

Recorrido australiano 
Ruta azul, de Sydney a Perth, 6,000 Km
Ruta verde, de Brisbane a Uluru, 8,000 Km
La ruta del Orient-Express 
2,800 Km, 7 países












  

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