jueves, 9 de diciembre de 2021

Islandia. Capítulo 1. Introducción


Tenía el privilegio de conocer Noruega y Suecia y deseaba visitar el resto de países nórdicos. Islandia era mi siguiente objetivo. 

Se trata de una isla de hielo y fuego con espectaculares paisajes. Tiene poco más que 100,000 Km² y unos 350,000 habitantes, especialmente concentrados en su capital,  Reikiavik. 

Se encuentra entre las placas continentales de Eurasia y América, que se van separando 2 cm cada año, formándose numerosos sistemas volcánicos, en su fisura, que imprimen a la isla, un notable carácter... 

Suelos negros, tapizados de un exultante verde; yermas áreas aparentemente sin vida, llamadas "mal país"; lavas solidificadas y colores rojos, ocres y amarillos, que te transportan a un ignoto planeta...

Noches verdes, que asombran y sobrecogen, con siluetas de luz que bailan caprichosamente en el cielo; pastos pardos, quemados por el frío; musgos mullidos, hijos de escorrentías de los glaciares...

Islotes basálticos como puñales al cielo; fantasmagóricos acantilados horadados por el agua; ascensos de montaña casi imposibles, luchando contra las pendientes y los vientos....  

Sabía que Islandia era un maravilloso destino para "sentirse sólo en el mundo"; ver auroras boreales en invierno; sol de media noche en verano; excepcionales fenómenos geotérmicos y volcánicos... y ansiaba vivirlos...

Quería descender a un túnel de lava e incluso a las profundidades de una extinta chimenea volcánica...

Deseaba ver fiordos, andar por alguno de sus grandiosos glaciares (Vatnajokull, Langokull y Hofsjokull) y por un desierto de lava y musgo; admirar sus numerosas y mágicas cascadas; bañarme al aire libre en sus aguas termales; admirar sus géiseres; caminar entre humeantes lodos hirvientes; pasear por las playas de arena negra; ver cañones de ríos, montañas multicolores de riolita, fumarolas... 

Observar su fauna salvaje como el zorro ártico o la foca de Snaefellsbaer y avistar ballenas, como la jorobada o la azul, orcas y delfines de hocico blanco así como ver el eider común, el charrán ártico y el frailecillo común...

Oír historias sobre llegadas de osos polares a la isla en cascotes de hielo desprendidos del Polo Ártico; sobre la autorizada legalmente persecución a muerte de pescadores españoles que faenaban en sus aguas o sobre las vicisitudes de los rudos ganaderos que crían ovejas y caballos en régimen extensivo, por los salvajes paisajes de la isla...

Aprender más sobre la llegada de los vikingos a la isla, allá por el siglo IX; oír narraciones sobre mitos y leyendas de duendes, elfos, gnomos y los "13 trolls de la Navidad islandesa"...

Conocer los modos y estilos de vida de los islandeses, sus poblaciones más representativas, las bases productivas del país, como la ganadería, el turismo, la pesca, la piscicultura, la investigación tecnológica... y saber de su actividad financiera, sistema político, seguridad ciudadana,... en definitiva, "leer el país, el paisaje y el paisanaje", al tiempo que disfrutar de la maravillosa aventura de la vida. 

Movido por tantos deseos, viajé a Islandia en la primera quincena de octubre del 21, cuando el frío metía los "primeros miedos en el cuerpo", estando ya lejano el veraniego sol de media noche, siendo dudoso el avistamiento de ballenas en el sur, pudiendo ver auroras boreales y lamentablemente, tener escasas posibilidades de explorar uno de mis sueños: los túneles de hielo. 

Había muchas formas de visitar la isla: alquilando un vehículo sin conductor: turismo, todo terreno o una autocaravana; alojándose en un hotel de Rejiavik y contratando diversas ofertas turísticas del sur; o realizar un tour completo con una agencia especializada.

Finalmente, optamos por la Agencia Tierras Polares, por múltiples razones: la inmediatez del viaje, la dificultad de organizar los recorridos y reservar con garantía los alojamientos; el interés de rodear completamente la isla; las dificultades orográficas del terreno; las posibles inundaciones por súbitos deshielos provocados por acciones volcánicas, los recorridos por zonas inhóspitas y solitarias; los impronunciables nombres de los mapas;...     

Fue una suerte rodear completamente la isla, justo cuando las primeras nieves, amenazaban con cegar los caminos. Lo hice integrado en un excelente grupo de 8 personas, una de ellas, Ángeles, un contrastado "valor seguro" de adaptabilidad y convivencia, con la que había visitado ya 5 países de Asia y África

Lamentablemente, no pude alcanzar algunos de mis sueños, como el descenso por la chimenea de un volcán, porque no hubo tiempo o el acceso a un túnel de hielo en un glaciar, pues sólo es seguro en pleno invierno.  

En los próximos artículos sobre Islandia, se abordarán los temas de mayor interés, sin seguir estrictamente el itinerario realizado, abordando monográficamente, lo visto y vivido en este gélido, espectacular y maravilloso país.  

























 

























                                  

                                  

                                  

2 comentarios:

  1. Muy bonito,pero para los nativos,yo no aguantaría ese frío.
    Un abrazo

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  2. Islandia es preciosa e impactante y no te deja indiferente, pero evidentemente, es un lugar demasiado inhóspito para los hijos del sol, el calor y la luz. Si no fuera porque el mundo es muy grande y el tiempo muy corto, volvería a visitarla para realizar los sueños pendientes.Hay otros destinos fríos donde ir: Groenlandia, Siberia, Alaska,Finlandia,... otros paisajes lunares por recorrer, como Nueva Zelanda y numerosas tierras calientes por vivir. Recomiendo mucho visitar Islandia, pero también regresar

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