sábado, 1 de enero de 2022

Horizonte de nácar


El sol anunció su llegada y la luna huyó con sus estrellas. Un mar sin olas, besaba el horizonte. Dominaba un rojo anaranjado que progresivamente, tornó a un suave celeste.





Las aves aún no jugaban en el cielo; los barcos no araban la mar y la gente despertaba a los afanes del día. Olía a pan tostado y a humeante café, mientras surgía el ruido de la vida. 

Era un extraño día de invierno, de Año nuevo, con sudor entre lantanas, buganvillas y chapuzón valiente en el mar.

Ya están entre nosotros, los europeos del norte, que han imitado las aves migratorias, huyendo de sus frías y eternas noches. 

Vinieron a los amaneceres del sur; a nuestro mar "entre tierras"; a pasear sus largos años vividos, por la luz de nuestro paisaje...un dulce y merecido destino, para los "serios del norte", tras años sometidos al reloj del trabajo.

Nuestra "casa", es un paraíso para ellos, por la gastronomía, el patrimonio artístico, el clima, el variado territorio y nuestro acogedor carácter. Encuentran entre nosotros, bienestar, seguridad sanitaria y ciudadana, en un agradable entorno a un coste asumible.

Son muchos los europeos  que han "anidado su jubilación" entre nosotros y formando parte de nuestro paisaje, paseando en pantalones cortos por la playa o por los mercadillos populares al aire libre.

La bruma ha vencido la tenue luz del ocaso, la suavidad ha inundado el paisaje y "nuestros rubios del norte" se han recogido en sus hogares, tras la melancolía de un horizonte de nácar.  



    

 












No hay comentarios:

Publicar un comentario