miércoles, 7 de diciembre de 2016

De nuevo España

Aún conservo la piel tostada por el sol africano. Alguien me ha comentado, que tengo el color de los ricos, cuando solo soy un jubilado afortunado por una gran aventura humana.

A mi vuelta, he proporcionado pequeñas sonrisas de felicidad: una caracola a una amiga, pequeños collares de artesanía masai para cuñadas, sobrinas y antiguas compañeras de trabajo, unas monedas para otro coleccionista,... pequeños presentes de amistad y cariño, sin más.

Acordarme de ellos y entregarles un pequeño objeto del deseo y verles sonreír, me ha hecho aún más feliz a mí que a ellos.

Poco a poco, vuelvo a la monotonía del otoño, cuido el jardín, tomo los alimentos de siempre, reposo mis canas y mi colesterol en mi viejo sofá y vuelvo a ver los mismos políticos de siempre.

Comemos alimentos light, viajamos en low cost y nos gobiernan políticos igualmente light. Nada ha cambiado aquí durante mi ausencia.

Disfruto viendo la película The lion en la televisión, mientras que más allá de la ventana, veo garcetas bueyeras junto a las vacas.  Las mismas que merodean junto a búfalos, gacelas, ñues y cebras en la gran sabana africana.

Esta mañana, cuando entregaba unas monedas de Tanzania a un conocido de la oficina de Correos, comentaba mis cuitas africanas. Al volverme, encontré un negro que me miraba con ojos fijos y profundos. Me pregunté qué pensaría y sentiría. El viniendo acá por necesidad y yo yendo a su origen por el placer de la aventura.

Ya en casa, vi la imagen de un bebé negro en un anuncio de Save the children y me creó mala conciencia. Me pregunté si hacía lo suficiente por ellos, si mi vida era injustamente egoísta y superficial.

He disfrutado de un paraíso africano pasando de la necesidad y viviendo en una burbuja artificial para blancos.

Mañana termino mi tratamiento preventivo del paludismo, he dormido con aire acondicionado bajo un mosquitero y disfrutado de un Africa no siempre real. Ha sido hermoso y emocionante, pero no he vivido el África real de los africanos de piel negra.

Debo serenar mi espíritu, reposar mis emociones y meditar sobre esta excelente experiencia. Por ahora, solo veo colores, vida salvaje, bellos atardeceres y la magia de un maravilloso continente



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