miércoles, 28 de diciembre de 2016

Mala leche

Siempre me he tenido y me han tenido por una buena persona. Cabroncete, pero buena persona. A veces, un bromista y un mamón, pero buena persona.

La verdad, que el "buenpersonismo" no es siempre interpretado como una característica positiva. ¿Qué tal es fulanito?, psch..., una buena persona. Es decir, ni chicha ni limoná, ni bueno ni malo, sino todo los contrario; un paseapenas sin gloria por los caminos del mundo.

Yo más bien lo interpreto como un ser humano bien intencionado, empeñado en inyectar bonhomía y optimismo en las venas de la sociedad, incapaz de hacer daño a nadie voluntariamente, que intenta casi siempre ayudar, que confía en la bondad de los seres humanos y que cree a los que le rodean.

Precisamente, los que hacen, pschhh, para definir a un ser simplemente bondadoso, se mofan de su estupefandez, su credulidad y su incapacidad para hacer el mal. Es decir, que no es alguien al que se deba temer y por lo tanto, no hay que prestarle demasiada atención.

Creo haber nacido para bueno, aunque no trabaje para santo, ni sea un tipo estupendo en su grado más heroico, pero me toca la región procreadora que solo vean en mí la bondad de los corderos.

Hoy quiero ser malo, sacar sangre de lobo, enseñar los colmillos..., en definitiva, ser "un mala leche" temporal, "para saber lo que se siente". Ya estoy harto de decir a todo el mundo que todo sea bueno por Navidad.

Quiero saber qué placer tienen algunos de machacar a los demás, de hacer daño sin tener problemas de conciencia, de faltar el respeto a la "buena gente" y causar dolor y amargura a quienes son simplemente hijos de Dios:

"No comprendo al mamandurrón de Bonfardo Luís, que se pasa de listo, mofándose de los demás, con su colesterol rebosante en efecto magdalena

Él que es alto como media persona y gordo como dos; que tiene los dientes bailando la yenka, sarrótico perdido de tanta espuma que venenea por sus fauces; el mismo que anda a las 3 menos cuarto y peina sus siete pelos en "tendido eléctrico" para aparentar lo que no puede.

Él que se considera un macho alfa, cuando no es más que un fracasado husmeador de sobacos ajenos, que se corroe de envidia y maldad porque no tiene capacidad de creer y amar.

Un chiscaragabis, que se recuece en la envidia de quienes ríen abiertamente, sanamente, con otra persona, que no de otro; un mondonguero de amargo rictus, que le suena el pellejamen cuando se rasca, de tanta mugre que tiene pegada; un catalino que huele a efluvios de fabada mal digerida y se cree aroma de nardo.

Un piojo resucitado, que se cree un pijo de caviar y trufa blanca, que solo dejó de comer manteca cuando se metió en política y vendió su alma para trincar prebenda.

Un mamorcio, de bajos fondos, que se mueve en las cuevas del poder y enferma con el aire puro de la honestidad. Un follorcio sobadomingas de mirada lividinosa y empuje venido a menos.

Un cotorroveydile de servil apostura con el poder y un ófido fofoescurridizo que inca los colmillos de traición a quienes sabe indefensos"

No sigo. No quiero perderme por la pendiente de los que no saben, no quieren o no pueden ser eso, solo una buena persona, que sabe reír, amar y disfruta de las pequeñas cosas y los buenos momentos de una vida sencilla, hermosa, noble y solidaria.

Bromista si; mamoncete, a veces; pero mala persona, nunca. Prefiero ser simplemente un "pshhh" y pasar por los verdes paisajes donde las margaritas, las amapolas y las rosas silvestres, ponen color a la vida, Dejo a otros realizarse como las ortigas del camino






2 comentarios:

  1. Madre mía!, Espero que Bonfardo Luis sea un enemigo imaginario. Si no pobre de él!.

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    1. Absolutamente imaginario. Si hubiera escrito Pepe, algunos podrían sentirse aludidos. Solo ha sido una diversión literaria por mi parte. Un abrazo, amigo

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