martes, 1 de diciembre de 2015

El silencio de la serpiente

Me encontraba en Australia, en las antípodas de España, pero la tenía muy presente en el corazón.

Había podado un amplio parterre de plantas junto a la piscina de la casa. Miraba mi obra, con la satisfacción del trabajo bien hecho.

Una serpiente venenosa, se deslizó lentamente, sigilosamente, hasta perderse en un gran cepellón vegetal recientemente cortado.

Refresqué mi quemado cuerpo en las turquesas aguas de la piscina y posteriormente, me sequé al aire del atardecer.

Los grandes murciélagos bailaban en el cielo y miles de cicadas, comenzaron simultánea y abruptamente, un ruido ensordecedor, para callar de súbito y proseguir nuevamente su serie acústica.

Entrada la noche, no se sabe cómo, ni cuándo, ni porqué, una miriada de insectos, con cierto parecido a las hormigas voladoras, llenaron de revoloteo la cocina, donde intentábamos cenar.

Con el tenedor en la derecha, usábamos la izquierda para matar sobre nuestro cuello, nuestros brazos, y nuestra cara, estos insectos voladores no identificados,

Fueron momentos agobiantes, pues los sentíamos en los labios, las fosas nasales e incluso, debajo de la ropa,

La técnica del aspirador, resultó muy efectiva. Tras 20 minutos de aspiración en la única lámpara encendida, pudimos finalmente librarnos de aquella pequeña pesadilla.

No pude menos, que comparar la experiencia con la situación catalana.

Mientras la serpiente repta por el pedregal de la traición, esperando su "momento veneno", las cicadas cantan que son una nación y que quieren la independencia y los insectos no identificados practican el escrache en un acto de "legítima libertad de expresión"

Han sido años de calentamiento de masas, de "España nos roba", de "Somos una nación", "El Ebro nace en tierras extrañas" y el adoctrinamiento de la infanto-juventud en contra de España.

Han sido años de chalaneo político, sacando las tripas a los partidos nacionales, que necesitaban  los votos de los nacionalistas, para menoscabar conscientemente, nuestra propia nación.

Han sido años, de reptante construcción del pretendido estado catalán, rompiendo amarras, creando sus mapas, intentando sus matrículas, sembrando el mundo de embajadas, buscando selecciones nacionales o intentando apropiarse de empresas básicas de España.

No importaba apoyar un Presidente inepto o tal vez, era lo que pretendían para sus fines, aunque hundiera la economía y nos avergonzara ante el mundo, con sus góticas visitas, si con ello, conseguían su Estatut de oro.

Han sido años de manifestaciones masivas, cadenas humanas y otras auto-afirmaciones, creando falsas ilusiones de independencia, que forzosamente han de naufragar en el desencanto.

No pagan sus deudas; no justifican sus gastos; no gobiernan. Tan sólo buscan la independencia.

Han esperado la debilidad española y cuando han creído que España estaba inerme, han lanzado su reto a la calle

Pero de pronto, han callado los gritos importantes.

Tan sólo se oyen murmullos menores, justo para mantener el rescoldo y para avivar el fuego, cuando sea preciso, para intentar el incendio final.

No vaya a ser, que España reaccione y le dé fortaleza al partido del gobierno y tras las elecciones, no tengan opción de sacar tajada..

La serpiente se ha refugiado calladamente, silenciosamente, en su matojo de emergencia, esperando el momento, para dirigir nuevamente el canto de las cicadas.

Ya decía el traidor que había que ganar con "neuronas y no con testosterona". Es decir, ser listo, sin arriesgar su paternidad.

El veneno está presto, pero somos más, tenemos la razón, la fuerza y la justicia. Y además, a los españoles de bien, no nos faltan ni neuronas ni testosterona.

Cicada

















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