viernes, 27 de noviembre de 2015

Australia. Capítulo 35. El santuario koala

Es mi penúltimo día en este país.

Tengo la maleta preparada y estoy en los últimos sudores de este verano, pues 

"Ya me voy,
ya me voy yendo,
a la tierra donde nací.
Dicen que las aguas crecen, 
cuando acaba de llover,
así crecen mis amores,
cuando.no los puedo ver"

Y mañana velaré el aeropuerto, para volar a mi invierno natura y abrazar a mi gente.

Pero hoy, el abrazo era de un koala tan querido para mí, como un oso panda.

Esperaba un lugar sagrado, de paz y de naturaleza, pero he visto animales fuera de su entorno, rodeados de visitantes de todas las geográficas del mundo y como no, de orientales.

Tuve la suerte de tener un koala en brazos y obtener una foto para el recuerdo.
Acostumbrado a estar con muchos animales, no pude evitar, sin embargo, una cierta emoción en el momento

Vi también otro animal sagrado para mí.
Una reliquia de la Naturaleza; un eslabón entre las aves y los mamíferos, "el ornitorrinco ".

Confieso que lo imaginaba al menos, el doble de grande, pero era precioso verle evolucionar en el agua.

Me hicieron también una foto con un dingo, que no es más que un perro europeo asilvestrado en Australia.
Hice fotos a serpientes venenosas australianas, entre ellas, una similar a la que vi cara a cara en Bulburin, pero sin cristal de protección.

Debo confesar, que con esta no sentí miedo, aunque sí mucho respeto.

Al término de la visita, me senté en una terraza del recinto. trabajaba a la vez, un bocadillo, una cerveza y mi cámara de fotos.

Recuerdo que en el apartamento del último curso de carrera, teníamos unos canarios sueltos por la casa. Comer ensalada, era tener que espantarlos como moscas.

Hoy, he debido espantar simultáneamente, un water-dragón, otro tipo de lagarto y varias aves, entre ellos, un pavo salvaje. 

No es que me agobiaran esperando que les tirara comida, es que el pavo, intentó como el resto de las aves, subirse en la mesa, para robarme la comida de mi propio plato.

El pobre Papá Noel que se ve en la foto, debía cocerse bajo el traje rojo, aunque sus jóvenes ayudantes, iban más fresquitas, como exige el verano.

Estoy cansado, sudoroso, satisfecho y feliz.

Así me encuentro ahora, mientras pienso en un baño de piscina cuanto publique este artículo, porque antes que el disfrute, está mi compromiso con los lectores.


Aquí se ve cuán alejado estoy de casa



















Platypus u ornitorrinco
 











Bebé de cocodrilo















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