martes, 10 de noviembre de 2015

Australia. Capítulo 21. Gente rara

Decididamente, los australianos son bastante raros.

Muchos son blanchurris, pecosos, pelirrojos, altos y delgados.

Son felices, a pesar de no estar gorditos y no comer gambas al ajillo, ni morcillas, ni caracoles o garbanzos con callos.

Eso sí, en las carnicerías venden carne picada con forma de flor, salchichas al curry, que huelen a hindú, salchichas de cabra, que saben a aprisco y por supuesto, carne de canguro

Madrugan muy temprano y se van a pasear por los bosques o por las playas con el estómago vacío.  Luego, vuelven a casa y en vez de desayunar como la gente normal, se toman un breakfast

Un breakfast consiste a menudo, en un par de huevos semicocidos, un te verde y unas almendras crudas, con suplementos vitamínicos y minerales. Sin pan, ni hidratos de carbono en general.

Luego, se van a trabajar y vaya como trabajan.

No tienen riesgo de colesterol, diabetes, ácido úrico, hipertensión... ni siquiera tienen riesgo de un corte de digestión, con lo parcos que son comiendo.

A media mañana, se toman otro te verde sin azúcar y a lo mejor, unas pipas de calabaza para bajar el colesterol.

A mañana, completa y tras trabajar duro, vuelven a casa y se toman una loncha  de jamón, un par de cucharadas de boniato asado, siete hojas de rúcula pobre en sodio y un cuarto de manzana.

La cena sin embargo, es un auténtico placer. Salmón de Tasmania, cordero y unas guarniciones sanas y deliciosas, por ejemplo..

No me extraña que estén tan sanos y consigan vivir 3 o 4 meses más que nosotros, los mediterráneos.

Aquí no se ve la Estrella Polar, sino la Cruz del Sur. Son tan raros, que tienen el verano en nuestro invierno y el invierno en nuestro verano.

Al contrario que nosotros, tienen calor en la orientación norte y no en la sur.
Van casi siempre con grandes gorros o sombreros, pues le tienen mucho miedo al sol.

La protección solar más usual de los que trabajan bajo el sol, es un casco de plástico amarillo, con un ancho ala y unos protectores auriculares, como el que tengo puesto en una foto.

No comprendo que le tengan tanto miedo al sol, con lo lejos que está y sin embargo, no se preocupen tanto, cada vez que entra en casa una araña grande o se encuentren con una serpiente venenosa de esas que si te muerden, te liberan para siempre de la hipoteca de tu casa.

De hecho, me cuenta Kate, que hace años, por no dejar bien cerrada la puerta, se coló una serpiente en la cocina.

Esta gente es muy rara. Siempre hablan en extranjero. Yo ya les voy entendiendo, pero lo paso mal cuando digo en su idioma, que quiero sacar una fotografía, pues me parece que digo una grosería en el mío.

Además, tienen los coches con el volante al revés, circulan por la izquierda, adelantan por la derecha y toman las rotondas en el sentido de las agujas del reloj.

Cuando atraviesas la calle, tienes que mirar primero a la derecha y luego a la izquierda; si vas por la acera, los peatones circulan también por la izquierda.

Tampoco se enfadan, ni gritan, cuando conducen o cuando alguien no opina como ellos.

No sienten la alegría de tener una discoteca  o un bar en la puerta de tu casa; no conocen el placer de dormirse solo a ratos, por los ruidos de las fiestas y de los botellones.

No tocan la bocina; respetan los semáforos y no saben aparcar en doble fila.

En cierto modo, no tienen visión para los negocios. La gente tiene limitación horaria para aparcar en ciertas calles, pero a nadie se le ha ocurrido pintar las zonas de azul y cobrar por aparcar.

Creo que  las autoridades se conforman con el impuesto de matriculación.

No son tan listas como las nuestras, que nos cobran por matricular el coche, por circular y por aparcar.

Cualquier día, son capaces hasta de cobrarnos por "desaparcar" y hasta de ponernos multas para sacar más dinero.

Lo mismo pasa con el sol. Aquí hay muchas casas con placas solares en los tejados. Pero a los gobernantes no se les ha ocurrido aún poner un impuesto al sol, como en España. Debe ser que aquí les da vergüenza hacer esas cosas.

Otro detalle importante, es que los políticos no tienen dinero como en España, como para "asar una vaca"

Andar por las calles, es muy aburrido. Están tan limpias que no hay necesidad de sortear cacas de perros, ni papeles en el suelo, chicles y otros adornos que hacen las aceras más.... humanas

Aquí son tan raros, que pueden escoger los colores de las matrículas e incluso, con el nombre que quiera poner el propietario. Ayer, por ejemplo, vi matrículas blancas amarillas y verdes.

En vez de tener problemas, para aparcar el coche delante de su casa, lo hacen sin dificultad y además, ponen también su barco, su caravana y si es preciso, el tractor para segar el césped.

Los pasos de cebra, están indicados con unos pantalones andando en un fondo amarillo y nadie protesta por sexismo, porque no representen unas faldas. No se oye ruido de motocicletas, no usan megafonía por las calles, ni se observan manifestaciones de protesta.

Solo tienen una bandera, por lo que no se ven tantos colores como en España.

Lo dicho, gente rara, pero buena gente, feliz, hermosa, educada, amante de la naturaleza, que da lecciones de eficacia, civismo y respeto por los demás.

Si no fuera porque viven boca abajo y hay que saber inglés, lo mismo hasta que me quedaba.

¿Me estaré haciendo raro?












  



















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