sábado, 21 de noviembre de 2015

Australia. Capítulo 29. Abrumadora belleza

La cena fue movida. Con una mano, intentaba comer y con la otra, mataba los insectos que se posaban en todo el cuerpo,incluida la cara. Algunos de ellos, se introducían bajo el polo de algodón.

Eran como hormigas voladoras, pero no eran hormigas.

Cuando la situación fue intolerable, Wilson apagó todas las luces del comedor menos. luego, enchufó la aspiradora y "atrapó" centenares de insectos.

Fueron necesarias varias sesiones, hasta acabar con aquella marabunta voladora que nos amargaba el plato de salmón de Tasmania.

Finalmente, con el estómago satisfecho, nos deleitamos con música de un orfeón vasco y la enésima taza de té.

La noche fue horneada, más que cálida. Cuando amaneció la mañana, estaba sudoroso y soñoliento.

Aproveché las primeras luces para trabajar el jardín. Mi misión fue podar unas plantas que podían albergar bastantes alimañas. De ellas salían numerosos escarabajos. Junto a una de ellas, había una madriguera que habían dejado vacía.

Acompañé a Kate al mercado. Luego, paseamos por un muelle artificial que cerraba el puerto. Vimos al final unos rompeolas pintados de colores y volvimos bajo un sol de justicia.

Tomamos unos fish and chips en un hotel junto a la playa. Su asiática decoración, sus palmerales, sus bambúes,... todo incitaba a la paz bajo una deliciosa y sombría brisa.

En sus jardines, junto al mar, se había preparado un altar para una boda marina. Recordé la boda que debió hacerse junto a un lago en Pensilvania, 30 días antes.

Aparecieron dos water-dragon y los fotografié, lo que ya parece ser una costumbre. Un ave marina, pareció pelearse con uno de ellos.

Kate me tenía preparada una sorpresa. Subimos por una sinuosa carretera, hasta la cima de la colina que cerca su casa. 

Un inmenso mirador, se proyectaba sobre las altas copas de los árboles. Me pareció dominar la selva, como si fuera un ave. Sentí un engañoso placer de poder y libertad.

Una fresca bruma, se adueño del lugar, confiriendo al paisaje un halo de misterio y aún más grandiosidad.

La plataforma se movía ostensiblemente, por la acción del viento.

Al descender, Kate viró bruscamente el coche. Tomó un sombrío sendero, cada vez más tupido por arriba.

Bajamos del vehículo. Un suelo blando y esponjoso, cedía al peso de nuestras pisadas. Un manso riachuelo, cantaba murmullos de paz.

Sentí un gran bienestar, no exento de recogimiento. Se oían algunos silbos de aves.

Había mucha vida. La presentía, pero no la veía. En algún lugar, debían reposar los enormes murciélagos frugívoros que vuelan cada noche sobre la casa, Las escurridizas serpientes de muerte por veneno o  por estrangulamiento, estarían bajo huecos troncos de la foresta.

Vimos árboles magníficos, cuya dimensión y majestuosidad, solo están al alcance de fotógrafos de National Geographic.

Había numerosos y fantasmagóricos árboles muertos por el mortal abrazo de una planta parásita.

Más adentrados en la selva, un inmenso esqueleto de árbol, me dejó extasiado. Era enorme, vencido por la historia y por los elementos, conservaba aún su majestuosa belleza.

Me acerqué, no sin precauciones, lo toqué, lo acaricié y lo abracé.

Sentí un inmenso placer y embelesado, pensé que ninguna obra del ser humano, puede igualar la Naturaleza.

Porque la mano del hombre, jamás podrá superar la obra del Creador.

Los mosquitos se cebaron en mis piernas.  Aún así, soporté las molestias para disfrutar del vientre de la selva.

Árboles muertos, como fantasmas, nuevas vidas, surgiendo de sus viejas raíces, troncos vencidos, huecos, cobijo de alimañas del lugar, vida y muerte, energía transformada, selva encantada, pasión de libertad, sinfonía salvaje, supervivencia en las sombras, abrumadora belleza, paraíso final 



Voladores en la noche 

 
A la caza por aspiración
 
Muelle de colores
                                           El Jetty que construyó el holandés Coffs,
                                         para cargar barcos con árboles del lugar, para
                                         hacer mástiles de barcos veleros en Inglaterra
                                               Fue el inicio de Coffs Harbour





                                        Fortificación de  la II Guerra Mundial. Desde
                                       él se vigilaban posibles ataques de los japoneses
                                                           Flores para el alma

                                         Flores en el paisaje, raíles de tren al fondo

                                           Un precioso lugar para un delicioso lunch


Con un gran teleobjetivo, jugando a paparazzi

                                                           Caprichos de árbol
                                                            Lagarto, lagarto



¡Eh, tú; me tienes muy escamado!

  ¿Quieres que te arranque las plumas?
                                                     Preparativo de boda playera



                                             Mirador sobre el bosque de la montaña




 Sobre las copas de los árboles






Bajo las copas de los árboles


































































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