domingo, 15 de noviembre de 2015

Australia. Capítulo 24. La caja de alcanfor

Cuando viajo como helper a una casa desconocida de otro país, soy como un cuerpo extraño que convive con una familia de costumbres, valores e historias diferentes.  

A veces, debo hacer un ejercicio de adaptación importante, al tiempo, que la familia acogedora, ha de recorrer parte del camino, para llegar a un entendimiento cordial, amistoso y enriquecedor para ambas partes.

Me meto en el corazón de un hogar y en el de cada uno de los componentes de una familia.

Un privilegio a cambio de algo de ayuda, de un intercambio cultural y a menudo de sentimientos.

Ya he explicado en otros artículos, las múltiples experiencias vividas como helper, en América, Asia y ahora, en Australia. También han sido polivalentes mis colaboraciones, siendo la jardinería, una de las preferidas.

Pero hay una actividad, que he hecho en dos ocasiones: una en la Rusia asiática y otra en Australia.

En ambos lugares, no sólo me abrieron su corazón, sino que además, me abrieron su caja de los recuerdos, en modo de fotografías.

Retratos y momentos de vida incluso desde los bisabuelos hasta los nietos.

Imágenes de 5 generaciones, atrapando sonrisas de juventud, ilusiones de futuro, rupturas inesperadas, e incluso de emigraciones sin retorno.

En Rusia, una raída caja de cartón, guardaba los recuerdos de padres nacidos en el norte, donde atraca la flota rusa del Ártico, o de trabajos en una base rusa de la Antártida, las ilusiones de infancia, los sueños de juventud, las bodas habidas, y las vidas perdidas.

En Australia, imágenes de los años 20 del siglo XX, de abuelos con sombreros de la época, damas con pamelas, jugadores de tenis de pulcro blanco, navegantes uniformados, emigrantes a Argentina, amigos del alma y del tiempo, ... y así, 100 años de historia, por Inglaterra, Canadá y Australia, principalmente.

Mi cometido, digitalizar viejas fotos, como medida de seguridad y de reparto entre hijos y nietos, para que sepan la historia de su familia, sientan el orgullo de la estirpe y amen sus raíces, versus su propia identidad.

Precioso trabajo, que sugiero a los interesados, que disfruto como apasionado de la fotografía, me ilustra, como paracaidista en otra cultura, para conocer su pasado, vivir su presente e intuir su futuro  

Esta vez, estoy invitado en casa de unos viejos amigos de hace 21 años, pero mi espíritu helper y mis ganas de colaborar, me han llevado al jardín, la huerta y también, a la caja de fotografías.

La caja, de madera de alcanfor, emana los efluvios de esta aromática madera, pero también, se adivinan los perfumes de las damas ya desaparecidas, las naftalinas de las ropas de principio de temporada y flores de solapa en caballeros de tiempos pretéritos.

Mis amigos, tienen el privilegio de conservar las sonrisas de sus antepasados, la sobria elegancia de sus abuelas, las lágrimas de los amores perdidos y el encanto de una época de pre y de postguerra, de la vieja Inglaterra.

Yo también tengo una caja y es de caoba. Perteneció a un marino que vino de Filipinas. Tiene remates de bronce y es muy hermosa. Lamentablemente, está vacía.

Yo también podría tenerla llena de imágenes y sentimientos, pero mi abuela materna, cuando barruntaba su final, destruyó sus recuerdos, nada menos que del siglo XIX, para que sus abuelos, padres y otros seres queridos, no rodaran en una caja, por los caminos de la vida.

Craso error, pues me hurtó a mí y a mis descendientes, el aroma del pasado, el orgullo de familia y las raíces de nuestra historia.

Por eso, cuando veo una caja de fotos, propongo a sus propietarios, digitalizar los amores, las añoranzas, las sonrisas y las lágrimas del pasado.

La historia personal, es sagrada; una reliquia a conservar, para la gente de bien que quiere, respeta y valora el pasado desde el futuro.

Nota

Estas copias fotográficas, han sido realizadas y seleccionadas por el autor de este artículo, con el respeto a los personajes y el afecto hacia la propietaria de las fotos, quien ha autorizado su publicación,








































No hay comentarios:

Publicar un comentario