viernes, 8 de abril de 2016

Ojos pequeños

 Al parecer, fui uno de esos niños "guapos en la cuna" y no sigo el refrán, porque no me deja bien y no quiero llamar a la desgracia.

Según mi abuela, tenía unos ojos grandes, hermosos y de color miel. Pero lo importante, no era solo eso, sino que mi mirada era inocente, noble y ávida de paisajes de vida.

No me extraña, pues tenía ilusión, ganas de tener ganas, felicidad en la mirada y alma blanca.

Un cándido niño, abriéndose a la vida, sin más cicatrices, que las propias de un niño de barrio, soñando en futbolista, héroe o torero.

Todo, menos cura o sacristán, porque no me llamaban las campanillas ni los inciensos,

Como todos los seres humanos, había nacido para correr tras los bisontes lo que exigía mirada larga, al infinito del hambre y la sagacidad, para triunfar en el duelo de la supervivencia.

Pero los siglos de historia humana, nos había deparado la cría de animales, más que su caza.

Los seres humanos habíamos progresado, leíamos y estudiábamos, como entonces se decía,"para ser un una persona de provecho"

Es decir, que nuestra mirada se acortó a los 35 cm, mientras nos quemábamos las pestañas, con luces mortecinas o demasiado potentes.

A los doce años, me colgaron mi primer par de gafas y desde entonces he vivido parapetado tras ellas.

Miles de horas de estudio y de trabajo, con libros y más tarde con ordenadores. Miles de horas de caja tonta, primero en blanco y negro y luego de colores.

Y aquellos ojos grandes y hermosos, según mi abuela, perdieron expresividad y se fueron haciendo pequeños, según yo.

No solo perdieron belleza y frescura, sino inocencia y agudeza visual. Aún así, estoy feliz, pues aún hoy, disfruto del paisaje de la vida.

Estos ojos, han visto ternuras infantiles, candidez de adolescentes, amores hermosos y arrugas de ancianos junto a las florecillas de la muerte.

Estos ojos, han llorado amores perdidos, familiares fenecidos y tragedias provocadas por la locura humana.

Estos ojos, se han cerrado en momentos de miedo o de enfrentarse al dolor irreparable

Pero estos ojos, ansían ver mis nietos escribiendo las primeras páginas de sus biografías aún sin vivir.

Estos ojos, pequeños ellos, solo quieren vivir alegría, amor y ternura, pero saben, que deberán ver paisajes negros de lágrimas dolidas.

Estos ojos, quieren cantar alegres:

"Te quiero más que a mis ojos,
más que amis ojos te quiero,
pero más quiero a mis ojos
que fueron los que te vieron"



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