jueves, 14 de abril de 2016

Sevilla 2. Alma sevillana

Me encuentro en Sevilla, en la casa de una amiga de juventud, de los tiempos de Gines, cuando sonaba el el ambiente "Las palmeras", o Il Silencio, de Roy Etzel

Más que una amiga, es una ONG, pues tiene un corazón de oro y mantiene tres perros abandonados, que ha adoptado y cuido con el cariño que le pone a la vida.

Junto a ella, está Svetlana, una ucraniana que le acompaña en la casa y que le da, a un ambiente típicamente sevillano, un toque eslavo con aires del este.

Anoche vi por doquier "cientos de sevillanas, vestidas de sevillanas", que regresaban derrotadas a casa, vencidas por el albero, los bailes, los cantos, las manzanillas y la alegría derramada.

Las había con estilo y mucho duende natural, aunque de cuando en vez, pasaba alguna desgarbada, que quiere decir, "con poco garbo" o "menor duende". No faltaba alguna hartita de tacones, recogiéndose con desparpajo y simpatía, a pies descalzos.

Todas llevaban su "cacho flor en la cabeza". La mayoría de ellas, con la gracia de esta tierra y también, de cuando en vez, alguna pasaba con el moño desecho, porque ya "estaban hasta el moño".

Hermoso pueblo, que trabaja para vivir en vez de vivir para trabajar. Siempre he dicho, que Sevilla es preciosa, pues tiene monumentos maravillosos y un conjunto urbanístico, que la rinde gran personalidad. Pero la verdadera maravilla de la ciudad, no son sus piedras, sino su alma.

Siempre pensé, que el espíritu sevillano es único y bien pudiera ser considerado por la UNESCO, patrimonio inmaterial de la Humanidad.

Porque la alegría colectiva de esta ciudad; su devoción mariana y su Semana Santa; su chispa y su imaginación, sólo puede encontrase aquí.

Lo da la historia; lo da el clima; lo da la luz.

Cielo azul; suelo amarillo: alma blanca; colores netos de sevillana; flores perfumadas y flores en el pelo; sonrisas por doquier y respecto a la alegría: "al cielo con ella", que en esta tierra, se nace riendo y aunque se sienta la pena de morirse, se siente alegría por haber nacido y por abandonar la vida en la ciudad de la luz, del amor, del azahar y la belleza.

Hoy es el día. Hace calor. Los caballos y sus carruajes, están en el Real de la Feria. Sus casetas de lona, tiñen de rayas verdes, rojas y azules el ambiente.

La belleza, el color, el calor, el olor y la alegría, esperan a abrazar el hijo pródigo que vuelve desde la bruma, desde las verdes bravas montañas del norte.

Dejo el teclado, voy a por la chaqueta y la corbata y a por mi cámara de fotos, para respirar hondo mi pasado y cazar los colores de mi próximo artículo.

Esto es Sevilla, esta es su feria y ya está todo dicho


No hay comentarios:

Publicar un comentario