martes, 12 de julio de 2016

Animales y animalistas

El pueblo español, ha forjado su carácter a lo largo de siglos de tradición, en los que la emoción y la diversión se ha basado en la sangre y la crueldad.

Los espectáculos de circo bajo la dominación romana, las continuas guerras con tanta sangre derramada sobre nuestras tierras, la forja de un gran imperio a sangre y fuego, la incultura y el agreste paisaje español..., muchos son los factores que han influido en nuestra forma de pensar, ser y sentir.

Los españoles evolucionamos con el paso de los siglos. Hemos alcanzado razonables cotas de bienestar, somos aparentemente más pacíficos, tenemos más sensibilidad y yo diría, que somos más civilizados.

Ello no quiere decir que seamos un pueblo dulce y refinado, a pesar de que hayamos civilizado una buena parte del planeta, que los principales museos del mundo expongan sublimes obras de arte españolas o que nuestros literatos tengan fama mundial.

Llevamos la crueldad y la tradición de la sangre en nuestro interior y tan solo la cultura nos da un barniz, que tapa someramente nuestras esencias. Ello no es privativo de los españoles, pues en otras culturas, se cometen barbaries con animales y lo que aún es peor, con las seres humanos.

Cacerías de zorros, gallinas ponedoras condenadas toda la vida en jaulas de puesta, sacrificios inhumanos en los mataderos, gansos forzados a comer con embudos, para fabricar foie gras, ...y como no, corridas de toros, lanceamiento del toro de la Vega, y tantas actividades que suponen sufrimiento animal, que dicen poco de la bondad del ser humano,

Hijo de veterinario, conocí desde pequeño el mundo del toro bravo, desde el campo hasta la plaza, desde el nacimiento del noble animal, hasta su muerte en el ruedo. Conocí ganaderos, toreros, banderilleros, picadores, rejoneadores y apoderados. Incluso, aprendí a torear en las tientas de vaquillas, cuando se herraban los animales y conocí el miedo, la adrenalina y la emoción de torear, no sin sufrir numerosos revolcones.

Pero aquél no era mi mundo y afortunadamente, mi sensibilidad personal fue mas importante que la emoción, la diversión y la tradición, por lo que me aparté de este ambiente para siempre.

Estudié veterinaria por amor a la vida animal, sin embargo, debido a mi posterior desarrollo profesional, presencié miles de sacrificios en mataderos. Desgraciadamente, fui testigo hace décadas, de horrendas escenas impropias de un mundo civilizado, que afortunadamente, se han corregido en gran parte.

Ha muerto otro torero y los españoles de bien lloramos su vida truncada, en flor de juventud, pero muchos animalistas, han celebrado su óbito y han manifestado su odio al torero y han maldidto su familia. Han sacado la fiera que llevan dentro, y han demostrado ser más crueles que quienes ellos critican por matar un toro bravo jugándose la vida.

Siento por ellos pena y desprecio, pues no cabe en mis esquemas mentales, que se alegren de la muerte de un semejante y amenacen con profanar la tumba con su cadáver.

Hace unos meses, cuando preparaba un viaje a zonas inhóspitas de Australia, donde viven numerosas especies de serpientes venenosas, busqué en internet unas botas para prevenir las mordeduras de serpientes.

Encontré entonces un vídeo, en el que alguien se metía en un recinto calzando las botas e incitando a las serpientes, que intentaban morderles sin que le produjeran lesiones. No se trataba de un espectáculo sangriento, sino de la mera demostración de evitar la muerte por ataque de serpientes venenosas.

Recuerdo que entre los comentarios posteriores, algunos se quejaban del maltrato animal de las serpientes. Una demostración palmaria, de que frente a los violentos que hacen del sufrimiento un espectáculo, hay también gilipollas que demuestran la estupidez del ser humano.                     www.rhinoboots.com.mx

Reconozco la belleza plástica de la fiesta de los toros, pero no acudo a los festejos por herir mi sensibilidad y respeto a quienes no piensa como yo, lo que incluye a los toreros que mueren en la plaza.

Reconozco la emoción de la caza, pero no comparto la afición, porque matar, no debe ser una diversión. De hecho, el ser humano, es la única especie animal que mata por placer.

No soy vegetariano, pero aminoro paulatinamente mi ingesta de carne, además de haber procurado, en mi vida profesional, disminuir el sufrimiento y promover el bienestar animal.

El pueblo español necesita evolucionar a una sociedad menos violenta y más respetuosa con la vida, ya sea humana o animal. Además de los lamentables espectáculos con animales, no creo que sea preciso relatar ahora la violencia de género, los atentados, las huelgas salvajes, los escraches y tanta demostración de lo peor que tenemos los seres humanos.

Termino este artículo, con fichas de mi publicación Atlas visual de la cadena alimentaria, donde se muestran crueles manifestaciones de lo que el ser humano es capaz de perpetrar y por cierto, no siempre españoles.

















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