domingo, 12 de julio de 2015

Bosnia. 10ª parte. Momentos bosnios

Gran placer. Lago bosnio en río retenido con playa y liana. Música tradicional inundando la vida. Grupo en ronda pasando el balón en el agua. Sol hermoso, francesas a sus rayos calientes, risas y juegos de los que ya hice y comprendo su llamada a vida

Pequeños alevines en aguas marginales, ramillas pardas de largos tallos, libélulas verdes y turquesas, estilizadas y hermosas, haciendo poesía al volar. Ranas croando en verde Perezzi, libres en el agua, predando insectos y evitando fauces de culebras y aves acuáticas.

Los niños a la pelota, los adolescentes a la liana, los jóvenes al bikini y los adultos a la cerveza. Unas rústicas mesas de tabla clavada a sendos árboles hace de barra de bar y los insectos vuelan en piruetas por doquier.

Mariquitas, moscas cebradas, tábanos, avispas, libélulas en single o en reproducción, ...vida y muerte por doquier, en el afán de la Naturaleza, de transferirse en cadena la energía de los cuerpos acumulada.

Un joven intentaba atrapar un pez con las manos, metiéndolas en los hoyos de la ribera. Me acuerdo de hacerlo de joven, con miedo a las culebras. En este caso, era una culebra y le mordió bien en dos dedos de la mano.

Me senté en una piedra de la orilla. Mis piernas colgaban bajo el agua y recibia besos de pequeños alevines. Una libélula se posa en una rodilla y permanece en ella un buen rato. Son placeres de río ya perdidos por el tiempo. Son "momentos borgianos", que disfruto con placer y sosiego.

Mientras, observo los bosnios. Son felices y tienen poco. Pienso en lo que les falta y en lo que nos sobra y en que no somos más felices que ellos.

Trabajo, pero tengo tiempo, pues no tenemos televisión, sino ausencia de anuncios, programas imbéciles, cuando no manipuladores de opinión y nos sobran vueltas de reloj para hablar, reír, jugar o simplemente, cerrar los ojos y entregarnos al resto de los sentidos.

Huido el sol, recorrimos un camino entre maizales, hasta el coche de la casa. Luego, nos entregamos a la cena y compartimos vida, de muchas edades; de muchas naciones; de muchas lenguas.

Dormido profundamente, me levanto de madrugada aprovecho un buen momento de neuronas. La literatura, como otros artes, necesita que estés trabajando cuando llega la inspiración. Una suerte de inspiración y de transpiración, como la mayoría de las cosas de la vida.

Cumplido mi objetivo, hice el primer desayuno, prepare dos nuevos parterres de la huerta y me fui a lavar el caballo. Lo hice con esmero y suavidad, interactúando con el animal, para que supiera que le iba a montar con dulzura y sosiego.

Puse el pie en el estribo y monte sobre el. Primeros pasos de inseguridad, tras 20 años ajenos a la equitación. Cogí confianza, me llevo la pasión y le demande respuesta. Paso, trote, galope  y nuevamente tenía el alma viva, aunque sin la frescura, la alegría de los años pasados.

El noble leipiziano, se portó bien y con el nervio de un caballo entero.

Fue otro momento feliz, de los que ya llevo unos cuantos y los que me quedan.

Mañana es mi último día en Bosnia. En la madrugada del 24, iré con mi sobrino a casa, a la familia y al hogar. Veremos los momentos que nos dictará la vida









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