lunes, 6 de julio de 2015

Bosnia. 5ª parte. Manos negras, corazón rojo

Una tecla mal pulsada, ha borrado los cantos de mi alma en tierras de Bosnia. No maldigo el error, pues a veces pienso, que el destino me dice así que no lo haga.

Mis manos están "rústicas", encallecidas y negras, del contacto con la madre Naturaleza. Algún santo  dijo aquello del "ora et labora" y otro, lo de "a la santidad por el trabajo". Pero yo no soy un santo, a pesar de que la gente le añada el nombre de Ángel al de Miguel.

Tan sólo soy un hombre que quiero llegar a ser un hombre bueno. En Europa, se dice tener un corazón de oro, y en la milenaria China, se habla de "corazón rojo". De aquí el título del artículo, "Manos negras, corazón rojo"

Alguien pudiera preguntar la razón de mi exótica estancia, tan alejada de los circuitos de viaje de España. La explicación es que no me resigno al sofá y al paseo languideciente por las aceras urbanitas, esperando como los "jóvenes" de mi generación, la temida visita de la que no quiero nombrar, no vaya  a interpretar que la estoy llamando.

Acá sufro calor y el acoso de los mosquitos, fuerzo mi mente, para comunicarme y tenso músculos, para mantener el tono de mi vida. No digo que venga aquí a buscar la felicidad, pues este vocablo, es tan sólo la expresión de un estado de ánimo y debe viajar con uno como parte intrínseca de nosotros.

Esta mañana,  segué la ya no tan dulce colina de la casa y luego regué vida en forma de agua, a los pequeños árboles, que aún bebés, necesitan ayuda. Mas tarde, tras el segundo desayuno, el de los tres huevos con tocino, acompañe a un joven veterinario serbio, en el crotalado e inmunización de los cerdos de la casa" con perdón".

Éramos muy diferentes, el con 40 años menos y 30 cm más. Una vida que comienza y otra que se libra en franca retirada, de la brega con el mundo animal.

La vacunación contra la peste porcina clásica, PPC, trajo a mi memoria, felices tardes de trabajo de campo y sierra con mi difunto padre. ¡Cuantos miles de inyecciones puse con el, en aquellas interminables jornadas de inacabables piaras de cerdo retinto, por la sierra de Andalucía!

Volviendo a Bosnia, debo citar a mi joven acompañante, mi sobrino David,  que sufre un poco el rigor estival, de calor y mosquitos, en una tierra extraña, lejos de su familia directa y de sus amigos. Tiene también, la ocasión de endurecerse en esta suerte de destete materno, de aprender lo bueno de nuestro país y conocer de primera mano, como es realmente la vida.

Con los años recordará lo positivo de su momento bosnio y ya hecho adulto, sabrá dar su verdadero valor a su experiencia.

Mientras escribo estas líneas, espero que la levadura haga su efecto y pueda terminar el "pan de Dios", que la gran rubia, hace a ojo de ingredientes, según número de hambrientos al rececho.

Varias suertes de semilla y entre otras cosas, un buen puñado de picante, para escocer el garguero y sudar las cabezas de los comepanes del salón.

Mientras, la gran rubia, habla ya de la variante bosniaca del gazpacho tirando del basilisco.

Sudorosos y pegajoso, pienso en una ducha multichorros, con luces de colores, música y teléfono incorporados. Un pequeño gran placer, inesperado en una tierra atrasada económicamente, por el pasado comunismo y el lamentable exterminio de la convivencia en la extinta Yugoeslavia.

Nota.  El autor no ha tenido maldad en la seleccion de las fotografias del articulo. Cualquier parecido con algunos politicos es pura coincidencia





















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