sábado, 11 de julio de 2015

Bosnia. Parte 9ª. Un día normal

No estoy seguro, pero lo mismo hoy es sábado. Sin calendario, sin reloj y sin televisión, estoy inmerso en la mitad de la naturaleza  y ajeno al mundo.Hoy tan sólo ha sido un día normal

Me levanté a las 7 de la mañana y tras el primer desayuno, plante un cuadro que prepare ayer en el jardín, con unos 300 cebollas. Luego me fui al segundo desayuno, el de los huevos con salchichas y esas cosas con colesterol que están tan ricas.

David y yo ayudamos como carpinteros en la cabaña de madera donde vivimos y rematamos la tarea, barnizando lo hecho e incluso nuestra propia piel.

Después, nos fuimos al lago donde nadamos, jugamos a una especie al aguabalon y cazamos ranas por el sólo placer de vivir un tiempo pasado.

Tuve tiempo de beber una cerveza, invitado por un puñado de jóvenes bosnios.

Adoro mi inglés. Gracias a el, puedo comunicarme con todo el mundo por señas, compensando mis faltas de ortografía verbales, con una buena sonrisa.

Antes de volver a casa, me fui con la bosnia al supermercado, a comprar el colesterol de la noche y a la casa de una encantadora tia suya, que vive sola en una preciosa casa de bonitas flores y pocos dientes.

Me hice involuntario donante de sangre para las mosquitas del lugar. La verdad es que es molesto, pero soportable, si pienso en los mosquitos tigre de la Isla de la Reunión.

Compartir el día con el resto de helpers fue una delicia. Aparte de mi sobrino, estar con Steve, es una explosión permanente de risa, pues es un auténtico show man.

Tras tanto esfuerzo de expresarme en inglés, francés, español y algunas palabras en serbio he llegado a la conclusión de que si estoy otra semana aquí, no sabré hablar tampoco mi propio idioma.

La verdad es que desde que vivimos en una aldea global, no he parado de hablar en " extranjero" y he de confesar que a veces ni yo mismo me comprendo.





































































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