viernes, 15 de mayo de 2015

El salivazo

Los ídolos de nuestra sociedad, no son los premios Nobel, en cualquiera de sus disciplinas. 

Tampoco lo son los grandes personajes que han tenido un gran impacto en la Humanidad.

Los grandes pensadores, los artistas que nos han legado sus sublimes obras, los grandes estadistas que han decidido los destinos de las naciones,... ninguno de ellos, tiene repercusión mediática entre la sociedad moderna.

Es cierto, que Gandhi, Martin Luther King, Mandela y Teresa de Calcuta, por ejemplo, fueron seres ensalzados, queridos y admirados en el mundo.

Ellos lucharon contra el colonialismo, el racismo o la pobreza, entregando generosamente, su vida por la causa.

Hay otros personajes, que se erigieron  en icono de una militancia más política, como el Ché Guevara y Yasir Arafat. 

 Baste pensar en la idolatrada efigie del revolucionario argentino y la tradicional kuffyah de Yasir, que tanto han paseado los militantes de izquierda.

Pero hoy día, hay otros ídolos de barro, que son idolatrados por la juventud. Son los deportistas, fundamentalmente, los futbolistas famosos.

En nuestra sociedad, lo que importa es saber, si los pateabalones están tristes, salen o no de noche, se llevan bien entre ellos o tienen defolastado el colastador.

Cada día, tras el telediario, espurrean palabras ante numerosos micrófonos, mientras moldean con su inteligencia y capacidad verbal, los cerebros de la masa, que babea escuchándolos. 

Lo normal es que digan que si tienen suerte ganarán, que si no la tienen, perderán o que lo mismo empatan; pero que ellos estarán ahí y que lucharán a muerte, a las órdenes del Míster.

Realmente, las costumbres cambian y los personajes también. 

Antes, los ídolos, eran los toreros, que se casaban con las tonadilleras. La bodas, eran un desbordamiento popular, con sus coches de caballo y todo.

En la actualidad, son los magos del balón, que se casan con las modelos, conjugando belleza y deporte.

Cuando los futbolistas bajan del autobús, los aficionados los aplauden, como si hubieran descubierto la teoría de la relatividad o la vacuna de la malaria.

Sus peinados, sus ropajes, el mastiqueo chicleriano y los andurriamientos, son lamentables.

El comportamiento en el terreno de juego, es cuando menos penoso.

Simulan penaltis, muerden, patean, codean y protestan. Cuando marcan un gol, hacen poses, señalan al cielo, o apantallan sus orejas, para que la masa desbordada, de ira o alegría, ruja en el estadio.

Esta mañana, sin ir más lejos, un espectador, ha utilizado gas pimienta en un estadio. Pueden verse aquí fotos de este lamentable suceso.

El pan y circo, se manifiesta en su máximo esplendor, mientras los pateabalones, lanzan salivazos al aire con tanta facilidad, como descaro y mala educación.

El fútbol me gusta; levanta pasiones, entretiene y es un gran espectáculo, pero no es un buen ejemplo para la juventud.





































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