jueves, 14 de mayo de 2015

Vocal 1º

Nací y viví en la dictadura. Sinceramente, no me sentí especialmente incómodo en ella, pues no había conocido otra forma de vida. Además, personal y profesionalmente, me fue muy bien.

Cuando viajé por Europa y pude comparar, supe que nos habían hurtado parte de nuestra libertad.

Por eso, cuando llegó la democracia a España, creí que se abría un tiempo de esperanza.

Participé activamente en el proceso de apertura, porque creí en un nuevo futuro y quise ser actor de la evolución política.

Mi idea era prosperidad, libertad y perdón; ser muro de contención entre las dos Españas enfrentadas y contribuir al progreso social, político y económico, antes de que el sustantivo progreso, fuera utilizado como ariete electoral.

Unos me tacharon de rojo y otros de facha, por lo que intuí que estaba en la necesaria equidistancia.

Los partidos políticos, se convirtieron inexorablemente en un fin en sí mismos.

Sus líderes, se erigieron en custodios de las esencias democráticas y sin embargo, gobernaban férrea y dictatorialmente, sus correspondientes partidos políticos.

Florecieron políticos de aluvión poco fiables, que se habían colado en las listas cerradas.

Decepcionado, abandoné la política hace 25 años.

Desde entonces, nunca he faltado a una cita electoral. Entiendo, que costó mucho esfuerzo llegar a la democracia y que votar, es una oportunidad, un deber y un derecho.

Pero estoy harto del circo y me sobran las campañas electorales.

Sé a quién debo votar, aunque sea por eliminación y con la nariz tapada.

Mi idea era votar y esperar  a ver cómo salimos del embrollo de gobernabilidad en el que vamos a meternos.

Pero la Junta Electoral, me ha notificado que debo ser Vocal 1º de una mesa electoral. 

He recordado viejos tiempos de apoderado y de interventor, en representación de la opción política en la que militaba.

Ahora, participaré nuevamente en el proceso, pero sin fe, ni ilusión, a la vista de lo que se ha convertido nuestra limitada democracia.

Cuando peino canas y las arrugas de la cara, muestran mi paso por la vida, mi experiencia me permite diferenciar entre silogismos y sofismas, predadores y ovejas, iluminados y zoquetes, quijotillos y sanchospanzas.

El 24 de mayo, cumpliré con mi deber; participaré con mi voto y mi trabajo, pero con escepticismo y sin corazón.

¡Qué pena, rediez!











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