viernes, 29 de mayo de 2015

Tiempos cainitas


En mi anterior artículo "Tiempos políticos", desgranaba algunos comportamientos estándar de los políticos. En este nuevo, abordo el día después, porque el circo continúa.

Ya se saben los resultados electorales y es el "momento de sangre"

Lamentablemente, la palabra de un político español no tiene valor. Los mensajes de la campaña electoral, solo han sido fuegos de artificio, para confundir al electorado y arrancarle su voto.

Ahora, con el botín en la mano, se hacen matemáticas para obtener mayorías de poder. 

Alguien dijo que la política hace extraños compañeros de cama y no se equivocaba..

Hay alianzas "anti" en vez de colaboraciones por los ciudadanos. No hay verdadero sentimiento democrático; tan sólo ansias de poder.

Los que se van, rompen papeles y los que vienen, vigilan las papeleras en busca de pruebas para atacar al vencido.

Es el momento del reparto del poder. En coaliciones a varias bandas, el reparto de influencias, ni siquiera será equitativo. Las minorías, conscientes del valor de sus votos residuales, exigirán el manejo de un porcentaje de presupuesto, más allá de la aportación de su representatividad

Es el momento de la venganza. Los que llegan al poder, levantarán alfombras en busca de basura e intentarán destrozar al enemigo, que no al rival político.

Se destituirán los cargos intermedios y se evitará, en la medida de lo posible, la consolidación de categorías administrativas. Apeados del caballo del poder, les harán el vacío.

Unos, con categoría ya consolidada, serán aparcados en el "cementerio de elefantes", donde marginados y sin funciones, matarán el tiempo con sudokus. Los menos afortunados, sufrirán el calvario de la "gallina nueva", que recibe los picotazos del resto del gallinero.

Casi nada ha cambiado, desde que en el siglo XIX, Conservadores y Liberales, echaran de la Administración, incluso hasta los conserjes. 

Los políticos, han invadido todos los resortes del poder, directa o subrepticiamente, rompiendo la separación de poderes y usando estos, como panal de miel para los vencedores.

Los perdedores deben participar en el juego de la silla, debiendo encontrar una donde vivir, cuando para la música. Y aún así, les dirán que han encontrado su "puerta giratoria", lo que para ser sincero, suele ser verdad en las alturas del poder. 

Luego queda la "herencia recibida", en la que el nuevo gallo del corral, destroza al caído criticando su anterior gestión, en una suerte de humillación, venganza y excusa de los errores del futuro.

Es un "Déjà vu", que se espera ordinariamente, como si formara parte de un protocolo de actuación.

No termina aquí el dolor del destituido. Las moscas que acudieron a un panal de rica miel, cuando ostentaba el poder, le vuelven la espalda, pues es el momento del "cambio de chaqueta"

Uno de los síntomas de pérdida de estatus, es que el teléfono deje de sonar. Llega entonces el "síndrome de la mano en el cogote". Consiste en llevarse la mano al cuello, cuando la has levantado para saludar y te vuelven la cara".

Si has hecho varios favores, has satisfecho la demanda de quien se lo merece. Pero si niegas la última petición, eres injusto y despreciable.

 El poder es un cemento que asegura la unión. Las ambiciones se colman desde él y no es tiempo proclive a francotiradores. Pero una vez perdido aquél, comienza el navajeo. Sacan los cuchillos cachicuernos y salen a la luz, las bajezas humanas.

 Ello se da más fácilmente, en los partidos creados desde el poder y menos, en los que han debido hacer la "travesía del desierto", durante la oposición.

Son tiempos cainitas, mientras que el pueblo paga las consecuencias de un sistema electoral injusto.

¡Tenemos los políticos que nos merecemos!









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