lunes, 11 de mayo de 2015

Radioescuchas

Cuando terminó la dictadura en España y llegó la democracia, tuve puestos de responsabilidad política.

En aquél momento, los nuevos responsables de las administraciones públicas, repasamos cada rincón del Estado, con el fin de conocer los entresijos del poder y corregir situaciones no justificadas, cuando fuese necesario.

Uno de los capítulos a revisar, fue el personal al servicio de la Administración.

Comprobé, que en mi parcela de responsabilidad, había un individuo del que nadie tenía referencia. Teóricamente, trabajaba como responsable de Sanidad Exterior en una población limítrofe con el País Vasco.

Hacía décadas que allí, no había servicio de Sanidad Exterior. Nadie sabía del ignoto funcionario y no fue fácil localizarlo, para pedirle cuentas de su actividad profesional. 

Resolvimos el problema eliminándole de la nómina. Días después, se presentó en mi despacho un señor de Bilbao, que tenía una empresa de pinturas. Venía a quejarse porque no había cobrado.

Supimos entonces, que cuando desapareció su oficina, nadie le dijo donde debía trabajar, ni él se molestó en preguntarlo, o un alma caritativa y por supuesto amiga, le ocultó en el maremágnum de la Función Pública.

Así que el hombre, nada pintaba en el trabajo, pero cobraba su sueldo, mientras pintaba en Bilbao, con brocha y todo, para cobrar, ésta vez, merecidamente. Nunca mejor dicho, que esta persona, se benefició de la "Teoría del banco pintado"

Huelga decir, que el pinta-funcionario, perdió su privilegiada situación y prefirió vivir exclusivamente, de la brocha y sus colores.

Otro caso, fue el de los radioescuchas.

En realidad, se trataba de vigilantes políticos

El caso, pertenecía a otro departamento de la administración, previa a las autonomías.

En la nómina de personal, existían unos cuantos empleados, cuya aparente misión, era escuchar por las ondas, llamadas de socorro y actuaciones similares.

Sospechamos rápidamente, que eran unos orejas largas, que vigilaban políticamente las ondas de los radio-aficionados, oían conversaciones de café y estaban atentos a cualquier novedad, para reportarla a la superioridad

Evidentemente, aquellos orejas largas, fueron reconvertidos a una situación más presentable.

Viene a mi memoria, la excelente película, "La vida de los otros", que retrataba la falta de libertad de la extinta República Democrática Alemana.

La información es poder y esto, es también válido en democracia. 

Son numerosos los casos de espionaje industrial, de escuchas a grupos sociales y de invasión de la intimidad de las personas.

Particulares, organizaciones e incluso estados, han practicado y practican el control de la información y de los ciudadanos.

Suele plantearse el binomio, libertad o seguridad.

Aquellos orejas largas, debían ser unos románticos del espionaje sin medios. Hoy día, hay orejas largas muy sofisticados, que saben hasta las pulsaciones de nuestro corazón.  











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