lunes, 15 de junio de 2015

El amante palomero

Hay quienes aprovechan las dotes de seducción de los "palomos buchones o palomos ladrones" 

No sé si definir la actividad, como caza, latrocinio, deporte, entretenimiento o simplemente, como una modalidad más de ganadería. Porque la verdad, de todo tiene un poco. Tal vez, todo dependa de la actitud y del destino final que se dé a las piezas obtenidas.

Parece que fueron los árabes quienes trajeron los primeros palomos ladrones.

En las zonas cerealistas, españolas, abundaban los palomares, pues se utilizaban las palomas, para recoger el grano que quedaba en el suelo, tras la cosecha y la trilla. Posteriormente, los pichones llenaban las cazuelas de los campesinos. Hay numerosas recetas para alegrar el monago con estos animales.

Inicialmente, la selección de los animales, era meramente funcional. Se escogían los mejores palomos, para atraer a la casa, las aves de los palomares ajenos.

Cuentan que unos monjes, invirtieron su esfuerzo e ingenio, en seleccionar excelentes palomos ladrones, consiguiendo así, buenas carnes para sus calderos.

A finales del siglo XIX, los jienenses, fijaron las características de esta raza de palomos y luego fue difundida por todo el Levante.

Un buen palomo ladrón debe tener un fuerte celo, que se manifieste con galanteo y una fuerte territorialidad, para que no "resulte robado" si se va con la hembra a otro palomar.

La técnica de robo, consiste en dejar a los palomos "viudos", o sin hembras, para que vayan a buscar hembras deseosas de un buen galán, en este caso, cualquier bravía rompiendo celo, soltera, viuda o perdida, puede caer en el cajón del palomo ligón.

El palomo, debe "trabajarla", tanto en el aire como en el tejado y seducirla, para atraerla a su palomar. Los vuelos de lucimiento, las posturas y la alternancia de profundos y hermosos arrullos, llamarán la atención de la incauta.

El palomo saltará reiteradamente sobre su cajón, hasta ganar la confianza de la paloma, quien finalmente, entrará en el cubículo de su galante. Un dispositivo, permite la entrada de los animales, pero no su posterior salida, quedando pues, atrapados.

Los palomos buchones, o ladrones, deberían denominarse "galanteadores", pues en realidad, el que roba las palomas, es su dueño, que aprovecha sus dotes de seducción, para atraer las hembras a su palomar. De ahí el título de " El amante palomero"

Pero para ser justos, hay que considerar varios factores.

Si el palomero "caza" palomas silvestres o aprisiona palomas domésticas y en este caso, las devuelve a sus propietarios, es una actividad deportiva sin tacha.

También hay que valorar el objetivo de la actividad. Por ejemplo, limitar, la población de palomas en una ciudad, disponer de ellas para el entrenamiento de aves de cetrería o simplemente, llenar los pucheros de la casa.

Un palomero dispone de más de un centenar de palomares de caza, distribuidos por el casco histórico de Toledo: el Ayuntamiento, la Catedral, el Palacio Arzobispal, el Convento de Santa Clara,...etc.

En los meses de temporada alta, es decir, en primavera y verano, captura unas 50 palomas diarias. Sólo en las cercanías del castillo de San Servando, vienen a caer 3 por día. Su destino es el pico de las aves de presa, o los pucheros de su casa o de sus amigos.

En este caso, presta un servicio a la ciudad, desarrolla una afición y hermosea las cazuelas de la zona.

Todo un deporte, pero no  exclusivamente de los palomos, pues todos los días, debe subir al menos dos veces, a sus numerosos palomares, para soltar los machos y echar las incautas hembras al saco,

Lo siguiente es cocinarlas a la cazuela, a la cazadora, guisadas, estofadas, asadas, etc.





























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