lunes, 29 de junio de 2015

Abraza un árbol

Te escogí en el libro de los árboles, te seleccioné en el vivero y te soñé hermoso. 

Cavé tu cama en la tierra, la ventilé, la aboné y la regué.

Extendí tus raíces, las tapé cuidadosamente, yo diría que con amor y con la mejor tierra posible

Te protegí de los vientos, con una buena guía y te regué con el mimo, de quien ama la Naturaleza.

No te faltó el agua de beber y esperé tu primavera. Supe esperar a tu manifestación de vida. Me diste tus primeras hojas y con el tiempo, tus primeras flores, pero eras aún un niño.

Poco a poco, de primavera a invierno, verdeabas, florecías y enrojecías el otoño, por la vergüenza de desnudarte en invierno.

En calor me dabas sombra; en el viento bailabas y en invierno, mostrabas tu noble madera contra el paisaje.

Las hormigas te hacían cosquillas, los pulgones libaban tu savia y las abejas portaba tu amarillo polen.

Eras descanso de aves y a veces su casa maternal, mientras sonreía al placer de la lectura, cobijado debajo de ti.

Te puse buenos compañeros de tierra, para que pintarais en el paisaje, una preciosa paleta de colores. 

Hay quien dice que no tenéis sentimientos ni inteligencia, pero yo sé que te comunicas con tus vecinos por las raíces, como los novios se dan la mano bajo la mesa. Yo sé que vuestras ramas se alargan, hasta alcanzaros, con los años para besaros con las hojas de la vida.

Esta mañana, mordí unos cuantos colores del cerezo. Entonces, te miré. Corría una brisa maravillosa, que hacía tremular tus hojas. 

Miré de frente tu hermoso porte. Pensé que ya eras un adolescente que prometes grandiosidad.

Un viento me trajo una de tus ramas y sentí que tus suaves hojas me besaban.

Abracé tu tronco con cariño. Mi sangre y tu savia, subían juntas, mientras ambos mirábamos al cielo. Sentí armonía y un gran bienestar.

Fundido en la Naturaleza, sentí amor en mayúsculas. Me falta capacidad, para sentir el arte en todo su esplendor, pero me sobra sensibilidad, para fundirme en la vida.

Pensé que no quiero dormir bajo el mármol final, sino hecho cenizas, junto a un árbol frondoso, que me devuelva a la belleza, al sol, a la lluvia y al viento en otra forma de vida y pasión.  

















































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