miércoles, 3 de junio de 2015

Sueño roto

Lo he comentado varias veces. Siempre he tenido vocación internacional. Una contradicción personal, dada mi dificultad con el inglés, mi eterna asignatura pendiente.

Sin embargo, mis pulmones se llenan de ozono, cuando piso suelo extranjero.

No es de extrañar, que ser funcionario internacional, haya sido un sueño sostenido en el tiempo. 

Cuando visité en 1971 la sede de la ONU en Ginebra, quedé deslumbrado, ante tal conjunción de banderas.

Meses más tarde, sumergido en la cosmopolita  universidad francesa, aumentó mi fascinación por lo internacional.

Exploté de júbilo, cuando fui contratado como Oficial de Nutrición de la FAO, con sede en Roma.

Mi misión consistiría en coordinar los programas de desarrollo de seguridad alimentaria en Sudamérica y en el África Occidental Francesa. 

Cuando en el 96, recibí la misiva de mi selección, me indicaron que confirmara la aceptación del contrato, enviando un correo electrónico.

Por aquél entonces, ya sabía lo que era un fax, pero no este otro sistema.

Fui a la oficina de correos y pedí poner un correo electrónico. El empleado, me dijo que allí no se hacía eso y me preguntó qué era.

Sorprendido y molesto por la incompetencia del trabajador, pedí ver a su jefe, que me dijo palabras similares. No comprendía, que siendo aquello Correos, no pudiera poner un correo electrónico.

Finalmente, resolví mi problema, mediante una conferencia internacional.

Con la perspectiva de los años y la generalización de la informática, no puedo más que esbozar una sonrisa por aquella candidez.

Acepté el puesto y lamentablemente, días más tarde, con toda la documentación preparada, aquél fue anulado por falta de dotación presupuestaria.

Desperté de mi sueño y pensé, que el destino no quería aquella oportunidad para mí. 

Soy testarudo y casi siempre consigo las metas que me propongo, pero cuando algo lo impide, pienso que mi ángel de la guarda, me protege de un riesgo desconocido.

Fui sin embargo a Honduras, donde desempeñé una consultoría de seguridad alimentaria.

Acostumbrado a la vida en África, no pensaba que Centroamérica fuera más peligrosa.

Pero estaba equivocado. Pasé un mes en Tegucigalpa, yendo del hotel a la sede de la FAO o al restaurante y sólo conocí la ciudad desde la ventanilla del coche oficial.

Fui encañonado con metralletas, por dos guardias de seguridad en la puerta de la Secretaría de Planificación (SECPLAN).

También pasé miedo, cuando un día me perdí a pié, camino del hotel al anochecer.

Las gruesas rejas de los balcones en las casas, llegaban hasta el techo, a modo de jaulas.

El vigilante del supermercado cercano, estaba  descalzo y vestía ropa haraposa. Portaba un machete y tenía una escopeta de cañones recortados. 

Mi visita a Honduras, fue de gran interés personal y profesional. Me sentí útil y mi autoestima creció. También pensé que vivir en España, a pesar de nuestros defectos, es un privilegio.

Poco después, el huracán Mitch, arrasó el país. La ausencia de respuesta de los hondureños que conocí, me hizo pensar, que murieron en aquel desastre.

En 1996, se rompió mi sueño, pero ya he dicho que soy testarudo y tenaz. 19 años más tarde, aún viajo por el mundo, persiguiendo mi destino.

Sede de la ONU en Ginebra

Sede de la FAO en Roma


Honduras

Sede de la FAO en Tegucigalpa
Universidad de Tegucigalpa
 


 
























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