martes, 9 de junio de 2015

"Tiempos de mudanza"

Los pactos se firman, las investiduras se producen y los nombramientos de libre designación llegarán en cascada, hasta los niveles más bajos permitidos.

Mientras los políticos salientes recogen papeles y llenan papeleras, los nuevos soñadores, esperan que se consoliden los puestos superiores, a la espera de una pedrea de poder.

Aspiran a un sillón de asiento reclinable, una buena mesa, con dos sillas confidentes, más poder y un buen sueldo; al menos, por una legislatura.

Se forma así, un entramado, unido por el cemento del poder, que garantiza, en algunos casos, una perpetuación en la dominancia política, con sus riesgos de "intereses creados".

El "protocolo estándar", es decir que "las puertas de mi despacho" estarán abiertas a la ciudadanía"; "gobernaré para todos los administrados"; máxima transparencia en mi gestión", etc.

Llega entonces la "personalización del cubículo". Es decir, vestir el despacho, obedeciendo a un comportamiento atávico: "Marcar el territorio"

Porque no "levantamos la patita", para preservar nuestros dominios de otros "machos dominantes", pero sí cambiamos los muebles de sitio, aportamos nuestros objetos personales a la mesa,  encargamos ufanos nuestras tarjetas de visita y notificamos nuestro nuevo estatus, mediante e mails, llamadas y reuniones.

Se cuenta una anécdota de un nombramiento, durante la dictadura de Franco. Un hijo, informaba a su padre:

"Te lo juro papá, mi hermano, Ministro"

Desde entonces, he vivido muchos nombramientos, muchos "ceses con motorista" y muchos relevos de poder ya en la democracia.

Parece que la reiteración de los comportamientos de ceses y nombramientos, siguen una pauta de comportamiento establecida, en tanto que "animales, a veces racionales".

¡Es pura etología!

















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