lunes, 8 de junio de 2015

Un sevillano en Sevilla

Décadas atrás, había cruzado España hacia el norte, en busca de un futuro, una ilusión y nuevos horizontes. 

Encontré un mundo de lluvia y viento, que me ofreció el verde de sus valles, el blanco de sus cumbres y el azul espuma de sus olas. 

Me abrí paso entre la intimidad de sus gentes, recias por el agreste paisaje, abiertas por la línea del mar y cerradas por el aislamiento de sus paisajes interiores.

Caminé por sendas estrechas y por caminos francos y a veces me equivoqué en la orientación de las encrucijadas. Manché los zapatos del polvo del camino, del agua del cielo y del barro nacido de ellos.

Pasé frío, en la piel y en el alma. Amé, fui amado y fundé una familia. 

Un impulso me trajo nuevamente al sur; a la querencia del recuerdo; a los olores del jazmín, de la dama de noche, de los claveles y de las rosas.

A la paleta de colores: fucsia de bouganvillea;  azul de jacaranda; rojo y gualda de la lantana.

A los sabores del adobo, del bienmesabe y del salmorejo. 

A la soflama del sol del verano, que dicta el precio a pagar por el privilegio de vivir en Sevilla; al melancólico otoño, al entrañable invierno y a su exultante primavera.

A la ciudad fantasma donde  familiares y amigos de la pasada vida, son sólo eso, pasado. 

Me sentía de dos sitios y de ninguno. sin ser cántabro en el norte, ni andaluz en el sur.

Volvió el día y olí a tostada de aceite. Recordé la blanca infancia y con el ánimo a medias, fotografié las fachadas del barrio donde crecí y me hice hombre.

Pensé en los seres queridos que compartieron mi historia y ya no estaban, porque cayeron en el combate de la vida, mientras pretendían clavar su bandera, en la ansiada colina de la feliz senectud.

Pensé en mis hijos, que viven en otros escenarios y en mis nietos, que caminarán por otras sendas, esperando sus lluvias, errando sus caminos y corrigiendo sus rumbos en un mundo convulso. 

. Y pensé que soy un afortunado, pues herido y con cicatrices, en el cuerpo y en el alma, llevo aún mi rota bandera, hacia mi propia colina.














No hay comentarios:

Publicar un comentario