sábado, 6 de junio de 2015

Trileros

Era la época blanda de la dictadura franquista.

Los políticos no eran demócratas, pero eran austeros y había una corrupción muy limitada. 

En la calle, solían verse "espontáneos" de la picaresca, que ponían una mesita plegable. Desafiaban a los espectadores, a localizar el cubilete con la "bolita".

Era como la banca en los juegos de azar, pues en la mayoría de los casos, ganaba el que movía los cubiletes; es decir, "el trilero"  

Con la llegada de la democracia, proliferaron los partidos políticos y miles de ciudadanos, ostentaron el poder otorgado por el pueblo.

Nuestro ordenamiento político, se ocupó, en aras del consenso constitucional, de que las minorías políticas, fueran respetadas por las mayorías.

Pero el sistema se prostituyó. Aparecieron partidos bisagras de ámbito nacional y partidos nacionalistas, que inclinaban el fiel de la balanza electoral; a babor o a estribor, según los vientos, la oportunidad y sobre todo, sus propios intereses.

Nada era gratis. Se chantajeaba a los dos partidos mayoritarios, que compensaban a las minorías con la Ley de los Presupuestos Generales o con concesiones a los nacionalistas.

Actualmente, la corrupción ha invadido la vida política y los partidos residuales, negocian con el partido que necesita asegurar su mayoría.

Ahora, el pequeño chulea al grande. O lo que es lo mismo, las minorías se aprovechan de las mayorías.

Evidentemente, dan al teatro, un viso de legalidad. Para ello, los políticos, que no permiten a los electores disponer de listas electorales abiertas, ni de segunda vuelta electoral, dicen obedecer el mandato del pueblo y se disponen a negociar.

Es cuando nuestros representantes, juegan a los tres cubiletes. Lo penoso, es que no esconden una bolita, sino los votos de los ciudadanos.

Y en esas estamos, cuando un voto concedido a un partido teóricamente moderado, va a parar a un partido extremista.

Siempre hay quien dice: "Imbécil, son las matemáticas"; electorales, en este caso.

Lo cierto es que son las ambiciones políticas de los perdedores, diestros (de destreza), en el engaño del cubilete.

Los trileros de antaño, causaban menos daño





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