martes, 13 de enero de 2015

Alianzas de amor

Los anillos de oro, con una fecha, son el símbolo de un amor libremente compartido. El noble metal, implica la eterna duración de un sentimiento, de una entrega y de un proyecto de vida en común.
Cuando dos aros de oro se intercambian en una pareja, se sella una promesa y se abre un futuro de felicidad que ha de ser confirmado, de soles a lunas, días tras día, en el río de la vida.
Ocurre que la ruta del amor, a veces se encrespa, se angosta, se asola y se empiedra, resecando las hermosas y verdes orillas. Sucede que los seres humanos, somos esclavos de nuestras miserias y señores de nuestras virtudes; que la felicidad es un bien preciado que no basta con alcanzar, sino que se ha de conservar, porque el amor, como la luna, cuando no crece, decrece. Y acontecen circunstancias que tientan voluntades, amargan dulzuras, enfrentan caracteres, consolidan aristas de difícil armonía, siembran dudas y envilecen las ilusiones.
De dulces miradas de frente, a miradas enfrentadas; de miel a hiel; de ternura a frialdad; de horizonte compartido, a diferentes opciones de destino. Tal es el sino que muchas veces oprime el alma.
El brillante oro de promesa, se torna mate por el roce de la vida; se desgasta materialmente, por los quehaceres del tiempo. El oro barrido por los años, da mayor nobleza al amor si este se perpetúa, pero si se debilita al ritmo que el metal, la pareja y su promesa, se diluyen como un azucarillo bajo la lluvia del camino; gota a gota, como una fatalidad que se desliza inexorablemente por el barranco de la incomprensión, el egoísmo, la lujuria vedada y la libertad a cualquier precio - aunque este sea el amor- hasta el desencanto y la negritud de la ruptura.
Dos almas juntas, son más que dos almas en diáspora; dos en una es mucho más que una y otra. Dos cuerpos que no se besan, no se miran, no se sienten y no se comprenden, son dos oros perdidos, renunciando a una promesa de felicidad, solidaridad y amor compartidos. Dos cuerpos y dos almas así, son la negación del amor y de la felicidad, que caminan en vidas paralelas de cruces imposibles.
Alianzas de amor; oros desgastados; oros transformados en pesados plomos de amargura y desazón, como una alquimia inversa, que transforma la nobleza de sentimientos, en la vileza sin más.
Manos sobre manos; manos tendidas y entrelazadas, compartidas, generosas, solidarias, dulces, amorosas, cansadas, con o sin alianzas compartidas, son herramientas de amor y felicidad, si dos corazones, distintos pero no distantes, se engrandecen ofreciendo en parte su libertad, por la felicidad compartida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario