jueves, 15 de enero de 2015

Estocolmo

Estocolmo es un caniche gigante blanco, hijo del campeón del mundo, portador de un envidiable pedigrí y un privilegiado del mundo canino. Es aristocrático y parecido a un gran algodón, elegante, bello y con un estándar racial, que le ha encumbrado a la élite perruna mundial
Es inteligente, activo, armonioso y refleja elegancia y nobleza. Se mueve con pequeños y rápidos saltos que resaltan su gracilidad
Le afeitan cada 15 días; le lavan semanalmente; le cogen bigudíes; le protegen las manos delanteras para que no se manche; le hacen limpieza dental regularmente y es mimado hasta extremos inconcebibles.
Estocolmo ha paseado por las grandes ciudades del mundo, habiendo desfilado incluso en el Madinson Square Garden de Nueva York, ante miles de espectadores y numerosas cámaras de televisión. Luce un gran palmarés internacional y se desplaza con la natural elegancia que su genética le confiere.
Estocolmo monta a bellas princesas de raza caniche y ya es padre de una numerosa prole repartida por todos los países de Europa. No tiene que firmar actas de matrimonio; de eso se encarga su dueño. Tampoco tiene que respetar la monogamia; no tiene que cuidar niños, ni pagar una hipoteca. No necesita ganar unas oposiciones, ni fichar en la oficina. No le importan los moscosos, ni la seguridad social, ni los vaivenes del mundo. Lo suyo es solo dejarse acicalar, pasear con distinción por las pasarelas y “padrear”. ¿quién dijo aquello de tener una vida de perros?



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