jueves, 8 de enero de 2015

Sudores de África


El calor no es especialmente sofocante, pero la alta humedad relativa  agobia. Los saotomenses comentan que los europeos nos descongelamos, porque venimos del frío y nos licuamos del calor. Me ducho y me cambio de ropa, al menos dos veces al día; tomo unos 4 litros diarios entre cerveza, agua mineral, bebida refrigerante o agua de coco; sudo prácticamente los 4 litros; como sin orden ni disciplina, especialmente pescados desconocidos en España; soporto las ronchas de las picaduras; me levanto al canto de los gallos y me acuesto a media noche; a veces, tengo que apagar la luz, pero en la mayoría de los casos, solo debo apagar la vela o la linterna frontal.
Las reuniones son al ritmo “leve leve” y cuando me desespero, pienso en waka waka, porque esto es África.
A veces, debo rogar que no me sigan insistentemente por la calle y en alguna ocasión, he dado alimentos a pequeños “ninos de la rua”. Un niño tenía fija su ansiosa mirada en mi helado de dos bolas. Me pareció cruel la situación y renunciando a mi confesa y conocida debilidad por los helados, le “entregué” mi tesoro en forma de helado de safú y carambola. La renuncia, lejos de apenarme, supuso un momento de compasión, ternura y felicidad, que lamentablemente, no siempre realizo.
Apenas hay leche en el supermercado, o alimentos juzgados básicos en nuestro país; sin embargo, en los lineales se observan productos envasados en bolsas de plástico transparente, ayuno de etiquetas y cerrados por un simple y prieto nudo; también se exponen botellas vacías de agua mineral, rellenas de cacahuetes, harina de yuca o algún que otro producto local.
Los billetes de 100,000 dobras, tienen impresa la siguiente frase:
Negro!
Levanta os olhos pro sol rijo
E ama a tua mulher Na terra húmida e quente
In Coraçao em África
 No es pues de extrañar, que la mayoría de las jóvenes, se embaracen a los 14 años y asuman la maternidad en soltería, con su bebé a la espalda; es pues comprensible aunque indeseable, que pululen por las calles “ninos de la rúa”, que bajan de las roças a Sao Tomé, en busca de un pan y es lógico comprender, que el 75% de la población tenga menos de 35 años.
En este ambiente; en este escenario de fecundidad, fertilidad de tierra y desequilibrios sociales; en este mundo donde el “hombre es lobo para el hombre”, recorro calles, asciendo montañas, disfruto paisajes, visito altos despachos y veo un mundo depredador y de bajas pasiones. En este ambiente, se muestra la realidad de la vida en su cruda realidad; en su ley de la selva; en el imperio del más fuerte, como en todo el mundo, pero sin falsos disimulos.
Pero este país es alegre y tiene un futuro hermoso, si la bendición del petróleo aún en las entrañas del mar, no se convierte en maldición, de violencia, droga y loca avaricia. Porque aquí hay gente buena que acoge ninos de la rua, les alimenta, les protege de los abusos de mayores y les preparan para un mundo mejor. Porque aquí hay gente que casi se desnudan por vestirles y que encuentran en su generosidad, la alegría de su vivir.
En medio de esta vida, surgen jocosas noticias no exentas de tragicomedia, como la última campaña electoral del país. Ésta resalta la imaginación y creatividad de este caliente país, en detrimento de los grandes estrategas occidentales de publicidad política: el anterior Primer Ministro, habría ganado las elecciones, sobornando semanalmente a los taxistas y a los peluqueros, quienes pancescamente agradecidos, mentarían la excelsa bondad y patriotismo del político pagador y denostarían el malvado contrincante político, que como el otro vendedor de humos, también se esfuerza a muerte, por el bienestar de los votantes, cuando ellos tengan, la capacidad de votar.
Y mientras esto ocurre, en los despachos oficiales oigo conversaciones bajas de ambiciones elevadas

Si, la vida es complicada, pero hermosa; la vida no es fácil, pero merece la pena; la vida es una cordillera de pirámides, a veces superpuestas, en la que todos aspiramos a ser un vértice.                                       










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