lunes, 19 de enero de 2015

Crónicas marruecas. Segunda parte


Al sur del sur

En otros tiempos, dormí maravillosamente bajo miles de estrellas, pero con los años, soy más modesto. Ahora me conformo sólo con 5, pero si es menester, renuncio a alguna mas, siempre que  en el hotel haya dignidad, orden y pulcritud. Los 150 dirhans pagados en el hotel Oulad Fares de la ciudad de Khouribga, me han aportado además,  calefacción, TV e internet. Descansado, emprendo con mis compañeros, la ruta del sur.

El cielo ha llorado bastante y nos ha mostrado su sonrisa azul, pero solo durante un fugaz instante, pues el viento  nos ha traído nuevamente plomo, agua y frío.

Cuando enfilamos la vieja mercedes de medio millón de km, hacia la kutubia, la torre hermana de la Giralda de mi juventud, las cuidadas palmeras de la ciudad, parecían decirnos adiós. Pasamos delante de media docena de minas de fosfatos. Mientras, comentamos la calidad de los fósiles vistos ayer, especialmente, las grandes piezas y los esqueletos de tortuga. Posiblemente, serían la atracción de los coleccionistas, en las ferias anuales especializadas, de Tucson, en Arizona; Múnich, en Alemania y Saint  Marie Aux Mines en Francia.

Alejandro es un libro de historia africana. De casta le viene al galgo, pues es hermano de un historiador y contertulio famoso, Pío R. Moa.

Hay numerosos controles policiales, pero no nos afectan. No me siento incómodo con ellos; antes al contrario, me aportan la tranquilidad de un país seguro, donde además, la gente es amable y dispuesta a ayudar.

Ya en Marrakech, me sorprendo ante la rápida evolución de la ciudad. Sólo reconozco el palmeral, la kutubia, la famosa plaza de la ciudad y los comercios de su entorno. Se construyen numerosas urbanizaciones, se detecta un considerable aumento de vehículos y hay una gran actividad en general.

El turismo es una de las industrias más contaminantes que existe. Es cierto que aumenta la riqueza de un país, pero se pierde identidad, se fomenta el crecimiento desordenado y aparecen muchas de las lacras de la sociedad moderna. Este país, vive un gran desarrollo, que los responsables políticos deben tutelar para que no se comentan los errores cometidos en Europa,, especialmente, en el terreno urbanístico.

Un aspecto negativo, es la presión que sufrimos los turistas, en las compras y en los distintos puntos de comida de la ciudad. El enorme potencial turístico de Marrakech, bien merece corregir este defecto.

Comimos en un restaurante habitual de la gente del país. La comida fue sabrosa, pero sorprendentemente, sin cubiertos, por lo que comimos un cuarto de pollo cada uno, a manos "churrientas"

Luego de un te a la menta, mis amigos compraron preciosas cajas de madera de tuya y sandalias de cuero artesanales y típicas de la zona. Fue agradable e interesante observar los diferentes artesanos trabajando en los puestos de venta.

La visita a la famosa plaza de la ciudad, no me satisfizo tanto com la realizada muchos años atrás, aunque no estuvo exenta de interés y exotismo.

Nos alejamos en el hotel Ghazala, en pleno centro antiguo de la ciudad. Es pintoresco y tiene buena relación calidad / precio, aunque sin grandes aspiraciones. Fue curiosa la contratación de la habitación. Individual, con ducha interior, con inodoro interior, etc, recordándome las pizzas que aumentan de precio por cada queso adicional que se le añada. Es decir, que 150 Dirhans y pasando el siguiente.

Mańana veremos geodas de cuarzo, originarias de Saquia Al Hamra, de Smara. Disfrutare de un nuevo paisaje y aprenderé algo de geología , lo qu siempre vendrá bien.

Vemos chumberas, olivos y palmeras, ríos crecidos por la lluvia, teñidos por la roja tierra y verdes campos ahítos del agua tan profusamente regados por las lágrimas de las nubes




































No hay comentarios:

Publicar un comentario