jueves, 8 de enero de 2015

Mala tarde


No empezó mal el domingo. Rodeamos la isla de Sao Tomé por el norte y el este y al regreso, entramos en una choza restaurante que jamás habría autorizado en España. Comimos unos enormes cangrejos acompañados de una cerveza, bebida en modalidad “a morro”, por razones de higiene. Fue la única comida del día.
Al final del sur este, la carretera se desvaneció hasta ser tragada por la selva. Allí moría la comunicación con la carretera oeste sur y la única vía de enlace, era a pie a través de selva guardada por alimañas entre las que destaca una peligrosa araña y la mortal cobra prieta. Nos adentramos en la selva, pero tan solo unas decenas de metros, para sacar dos cacaos y hacernos unas fotos; luego, regresamos al final de la carretera, donde un local de la zona, me mató en el tobillo un mosquito lleno de sangre.
Nos dimos un baño en cálidas aguas de una playa salvaje. Las olas movían los cantos rodados del fondo, con un ruido estremecedor; luego,  emprendimos viaje de vuelta con nuestro pequeño vehículo. En el recorrido, se  pincharon las 4 ruedas en distintos momentos del camino. Mientras esperábamos ayuda, se cruzó un perro en el camino y tiró al suelo al conductor de una moto, su mujer y su niña. La pequeña tendría menos de dos años y dejó un charco de sangre en el suelo. Había quedado debajo de la moto y rozado su frente en el asfalto. Un autobús de unas 12 plazas, bajó a los pasajeros y llevó los accidentados al hospital. Vi su mirada, lloraba aterrada y temí por su vida. Con suerte, no tendrá fractura; con suerte, no tendrá derrame interno y con suerte, sólo le quedará un 15% de su cara con cicatriz.
Conseguimos llegar a nuestra casa y a pesar de las incomodidades, me pareció un dulce hogar. Pudimos ducharnos con un fino hilo de agua y ya más tranquilos, salimos con otro vehículo, al que le chirría el embrague con un sonido que me recuerda al cojo de la película  los Santos Inocentes.
Mis piernas están llenas de picaduras que mortifican mi piel y me urgen una rápida visita a las farmacia.
No ha sido buen día, pero el balance del viaje, es en su conjunto, extraordinariamente positivo 
                                            

Cerrado el viaje, retomado el aire del norte y el confort del hogar, recuerdo los viejos y fallidos pasos dados en una isla de ensueño.













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